El sano silencio: las palabras son enanas, los hechos son gigantes.
Decimos, decimos y decimos. Hablamos, contamos sobre la realidad, sobre la ficción, sobre todo y nada a la vez. Así somos los humanos, descendientes de nosotros mismos (nuestros “oficiales” antepasados) o quizá no. Como siempre, la duda presente, y ésta dejando al más que saludable silencio las soluciones a preguntas sin respuesta que calmarían la sed de cada uno de nosotros.
En un mundo superior al nuestro, lleno de seres comunicativos, seguramente a los humanos nos llamarían los “bla-bla-abla”, una especie de sub-raza que emite una cantidad de sonidos muy superior a la necesaria para explicar qué quiere decir. La brevedad y la concisión perdiendo valor frente al adorno; la forma ganando una nueva batalla al contenido.
El silencio invita a ser escuchado y, en esa escucha, transmite la parte de tu mensaje. Delimita el nacimiento de los hechos. Gran valor el del silencio. Las palabras son enanas, los hechos son gigantes y actuar es siempre un espacio para el silencio.
En los ámbitos intelectual y emocional su presencia tiene significados muy diferentes. Si hablamos de racionalidad, el silencio puede ser una ausencia de conocimientos ante una pregunta. Esa falta de respuesta ya tiene un significado, el obvio desconocimiento sobre lo cuestionado. Siempre es mejor ese silencio que un vago intento de verbalizar lo que no sabes.
Si acudimos a lo emocional, el silencio es capaz de transmitir mucho más que las palabras, esas enanas que caminan con pasos pequeños frente a los gigantes (hechos). “El que calla, otorga” es un buen ejemplo del valor del silencio en el ámbito emocional. En ambos casos, la realidad es que el silencio dice. Podría calificarse de palabra “in-sonora”. Quien no te dice nada, lo cuenta todo. De nuevo la omisión de palabras a tu servicio.
El silencio informa incluso sobre lo no preguntado o requerido. Por ejemplo, el maquiavélico es por definición poco comunicativo, está en silencio, mientras que quien no tiene un plan oculto se comunica con normalidad. Este silencio es saludable también porque te informa de algo oculto, a pesar de ser una palabra “in-sonora” poco gratificante pero útil para los “oídos de tu inteligencia”.
Si tu intención es sembrar la duda, algo poco recomendable, el silencio será también tu aliado. No rellenar el espacio con tu presencia (silencio físico) o el tiempo con tus palabras (silencio verbal) hará por ti el trabajo. No es muy recomendable, pero en ese escenario también será rentable el silencio.
Y así, miles de ejemplos. Vivimos en una sociedad llena de palabras...no te digo más. El silencio representa la acción. Las palabras son enanas y los hechos son gigantes. Mejor será callar para reflexionar contigo sobre lo escrito. Practica el silencio.