Hoy quisiera compartir con vosotros otro pequeño cuento y un juego muy curioso cuando lo haces por primera vez. Ambos tienen su tiempo, pero son muy buenos para que meneemos un poco las neuronas y nos acordemos de que no debemos pararnos cuando no vemos la solución de algo.
El juego es éste: Hay que unir estos nueve puntos, con cuatro líneas rectas, sin levantar el boli del papel y sin
repasar ninguna línea.
Los que no lo conozcáis, no miréis al final del post. Tratad de hacerlo antes de ver la solución. Los que ya lo hayáis hecho, sabéis cuáles son las conclusiones que se sacan ¿verdad?
Antes de la solución, ahí va el cuento: La herencia de los 17 camellos.
Hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano había un hombre que tenía 3 hijos.
Estando en su lecho de muerte les llamó y les dijo que la herencia que les dejaba consistía en 17 camellos y que el reparto debía hacerse de la siguiente manera:
- La mitad de los camellos serían para el hermano mayor.
- El mediano obtendría un tercio de los camellos.
- La parte que correspondía al menor era de un noveno.
Los jóvenes herederos estaban desesperados, ya que
evidentemente no
podían repartir los 17 camellos de esta manera sin la colaboración del carnicero. No podían dividir 17 entre 2, ni entre 6 ni entre 9…
¿Cómo harían el reparto?
Al final buscaron los consejos de un anciano y sabio amigo que prometió su ayuda.
Al día siguiente, se presentó en la cuadra llevando un camello de su propiedad. Lo juntó a los 17 y dijo a los hermanos que ya podían proceder al reparto.
El mayor se llevó la mitad de los 18, o sea 9, el mediano un tercio de los 18, es decir 6; y el pequeño un noveno de los 18, o sea 2.
Cuando ya se hubieron llevado los 17 primeros camellos, el anciano cogió el suyo y se marchó.
La solución es fácil pero… ¿cuántos habíais llegado a ella?
Quedémonos pues con eso, con que no siempre es imposible todo lo que lo parece. Muchas veces decimos que hemos llegado a una conclusión y lo que pasa de verdad es que nos hemos cansado de pensar.
Muchas veces, bajamos los brazos en cuanto nos encontramos una dificultad a la hora de resolver algo.
Y eso por eso que os digo, hagamos como el niño que sigue adelante pese a caerse mil veces antes de empezar a andar.
Pero hagamos también como los alumnos en esa famosa escena del “Club de los poetas muertos”. Subámonos a la mesa y cambiemos nuestra perspectiva. Mirar las cosas desde otra perspectiva nos ayuda a obtener soluciones.
Es por no hacer eso que la gente no encuentra la solución al ejercicio de los 9 puntos?
Aquí la tenéis.
¿Cuál es la dificultad de ese ejercicio? Que la gente ve un cuadrado y, por lo tanto, tiende a no salirse de él (hallar una solución así, sí que es imposible)
Rompamos nuestros esquemas, salgámonos de los marcos preestablecidos y seamos conscientes de nuestras estructuras mentales (también de la parte inconsciente) Vayamos un poco más allá y no paremos hasta tener éxito.
El juego es éste: Hay que unir estos nueve puntos, con cuatro líneas rectas, sin levantar el boli del papel y sin
repasar ninguna línea.
Los que no lo conozcáis, no miréis al final del post. Tratad de hacerlo antes de ver la solución. Los que ya lo hayáis hecho, sabéis cuáles son las conclusiones que se sacan ¿verdad?
Antes de la solución, ahí va el cuento: La herencia de los 17 camellos.
Hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano había un hombre que tenía 3 hijos.
Estando en su lecho de muerte les llamó y les dijo que la herencia que les dejaba consistía en 17 camellos y que el reparto debía hacerse de la siguiente manera:
- La mitad de los camellos serían para el hermano mayor.
- El mediano obtendría un tercio de los camellos.
- La parte que correspondía al menor era de un noveno.
Los jóvenes herederos estaban desesperados, ya que
evidentemente no
podían repartir los 17 camellos de esta manera sin la colaboración del carnicero. No podían dividir 17 entre 2, ni entre 6 ni entre 9…
¿Cómo harían el reparto?
Al final buscaron los consejos de un anciano y sabio amigo que prometió su ayuda.
Al día siguiente, se presentó en la cuadra llevando un camello de su propiedad. Lo juntó a los 17 y dijo a los hermanos que ya podían proceder al reparto.
El mayor se llevó la mitad de los 18, o sea 9, el mediano un tercio de los 18, es decir 6; y el pequeño un noveno de los 18, o sea 2.
Cuando ya se hubieron llevado los 17 primeros camellos, el anciano cogió el suyo y se marchó.
La solución es fácil pero… ¿cuántos habíais llegado a ella?
Quedémonos pues con eso, con que no siempre es imposible todo lo que lo parece. Muchas veces decimos que hemos llegado a una conclusión y lo que pasa de verdad es que nos hemos cansado de pensar.
Muchas veces, bajamos los brazos en cuanto nos encontramos una dificultad a la hora de resolver algo.
Y eso por eso que os digo, hagamos como el niño que sigue adelante pese a caerse mil veces antes de empezar a andar.
Pero hagamos también como los alumnos en esa famosa escena del “Club de los poetas muertos”. Subámonos a la mesa y cambiemos nuestra perspectiva. Mirar las cosas desde otra perspectiva nos ayuda a obtener soluciones.
Es por no hacer eso que la gente no encuentra la solución al ejercicio de los 9 puntos?
Aquí la tenéis.
¿Cuál es la dificultad de ese ejercicio? Que la gente ve un cuadrado y, por lo tanto, tiende a no salirse de él (hallar una solución así, sí que es imposible)
Rompamos nuestros esquemas, salgámonos de los marcos preestablecidos y seamos conscientes de nuestras estructuras mentales (también de la parte inconsciente) Vayamos un poco más allá y no paremos hasta tener éxito.