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Ante la crisis, creatividad

Ante la crisis, creatividad

Hace algunas semanas el ex seleccionador español de baloncesto, Lolo Sainz, me decía: «La situación actual de crisis que vive el país es algo cotidiana en el mundo del deporte en el que las crisis aparecen en muchas ocasiones, sobre todo, en equipos grandes. He tenido bastantes momentos complicados a lo largo de mi carrera que he intentado gestionar a través de la innovación, que no es otra cosa que ser capaz de modificar cosas creativamente para todo siga funcionando. Recuerdo un final de Liga en el que durante los play–offs tuvimos un contratiempo grave: se nos lesionó Corbalán, un jugador vital para el equipo que además era el único base con el que contábamos ya que el recambio era un chaval (Carbonell) muy joven. ¿Cómo solucionamos esta situación? Innovando. Decidí jugar con dos “no bases”: Biriukov e Iturriaga, y la cosa funcionó».

En muchas ocasiones hemos repetido aquí que «donde hay un problema hay una solución. Y un problema que no tiene solución no es un problema». La creatividad es la capacidad de encontrar alternativas a los problemas que surgen a diario. Para ello, muchas veces hay que aparcar la lógica y mirar al lado contrario de donde la razón nos indica. En ocasiones, la lógica es nuestro peor enemigo. Y es que la creatividad es la capacidad de mirar la realidad de manera desacostumbrada.

He recordado ahora una historia que leí hace algún tiempo. La dejo:

«Tras la muerte de un hombre muy adinerado, sus dos hijos empezaron a pelearse violentamente por diferencias en el reparto de la herencia. Después de innumerables pleitos, los jueces dividieron dividieron los bienes según su criterio, el cual no contentó a ninguno de los dos hijos.

Puesto que ambos estaban dispuestos a iniciar nuevos litigios, el tribunal derivó la difícil cuestión al juicio del mismísimo emperador, cuyo veredicto debía poner fin a la imparable querella de los hermanos.

Un ministro del emperador, célebre por su sabiduría, se ofreció a resolver el litigio, obteniendo permiso del monarca para hacerlo. El ministro convocó al os dos hermanos, y ambos se quejaron amargamente por la injusticia del reparto. En vista de esto, el ministro propuso a los litigantes firmar un documento en el que juraban que aquello que habían dicho era estrictamente cierto.

Los hermanos accedieron de buen grado a esta petición. Con los documentos firmados en la mano, el ministro dictó inmediatamente sentencia:

– 
Puesto que os acusáis de que el otro ha recibido más herencia, ordeno que troquéis vuestras posesiones ahora mismo con carácter irrevocable».