El “irrompible” Bruce Willis, un aprendiz.
Al lado de Reinhold Boyer, el Bruce Willis de “El protegido” era una nenaza. Boyer, un ingeniero austriaco que residió muchos años en Madrid, donde falleció, era un verdadero coleccionista de catástrofes. Más exactamente, un superviviente de catástrofes, pues logró salir airoso en no menos de media docena de grandes tragedias en las que perdieron la vida cerca de un cuarto de millón de personas.
Con seis añitos Boyer sobrevivió a un accidente de ferrocarril en el que murieron 200 personas. Dos años después, se salvó del incendio de un teatro vienés en el que murieron 620 personas. Ya era todo un hombre (ingeniero, a la sazón) cuando trabajando en una mina cercana al Paso de Calais se incendió una galería, matando a 1.100 mineros. Dos años después, en 1908, salió indemne de unterremoto en Sicilia, en el que murieron 200.000 personas.
En 1912 se puso enfermo y tuvo que cancelar su viaje a EEUU que pensaba realizar –lo han adivinado- en el Titanic. No hay mal que por bien no venga, porque en aquel naufragio murieron 1.517de las 2.200 personas que viajaban a bordo. Cuando por fin llegó a América un huracán (el “gran huracán”, nada menos) azotó Miami en 1926, matando 12.000 personas. Sobrevivió, claro, igual que sobrevivió un años después a la nefasta crecida del río Mississippi, que causó varios miles de víctimas más. Todo ello sin contar una miríada de accidentes, choques y catástrofes de menor magnitud a las que también sobrevivió.
Todo esto lo cuenta Gregorio Sandoval en su imprescindible “Libro de los hechos insólitos”, citando como fuente a Vicente Vega, autor del “Diccionario de rarezas, inverosimilitudes y curiosidades”.