En la década de los 50 del siglo pasado, comenzaron a aparecer los primeros sistemas de televisión de pago en Estados Unidos. Con la tecnología disponible de la época, comenzaron las primeras emisiones en prueba para comprobar si el público estaba dispuesto a pagar por ver la televisión. Algunas productoras de Hollywood lo vieron como la salvación para su negocio, otras como su fin.
Ya en 1931, apenas unos años después de la aparición de las primeras televisiones comerciales, Eugene F. McDonald Jr., presidente del fabricante de aparatos de radio y televisión Zenith Electronics, se mostraba convencido de que la televisión no conseguiría sobrevivir únicamente con los ingresos obtenidos de la publicidad. McDonald tampoco se mostraba satisfecho con el tipo de televisión que se estaba haciendo. El tenía un modelo muy distinto en mente, uno en que los telespectadores pudieran disfrutar desde sus casas de conciertos, obras de teatro, películas de estreno o de encuentros deportivos en directo. Unos contenidos que no estaban al alcance de las cadenas de aquella época. Unos, por su elevado coste y otros por ser demasiado minoritarios como para despertar el interés de los anunciantes.
Aunque Zenith Electronics comenzó con los primeros experimentos con la televisión de pago ese mismo año, no sería hasta 1947 cuando tendría listo su propio sistema, que sería bautizado con el nombre comercial de Phonevision. Las primeras pruebas públicas se llevaron a cabo en 1951 desde la emisora KS2XBS de Chicago de la que Zenith Electronics era propietaria. Hasta hacía pocos años la concesión de nuevas licencias televisivas había estado congelada, pero en 1951 este parón hacía unos años que había terminado y, las nuevas y viejas emisoras competían todas entre sí por los ingresos publicitarios. El panorama no era muy halagüeño para muchas cadenas que podían comenzar a entrar en pérdidas.
Con el objetivo de comprobar cuál sería la respuesta por parte del público, 300 familias fueron seleccionadas en un mismo barrio de Chicago para probar el sistema durante 90 días. Los trámites no fueron fáciles, hizo falta esperar dos años para la obtención del permiso de la Comisión Federal de las Comunicaciones (FCC) y convencer a las productoras cinematográficas, que tradicionalmente habían visto a la televisión como una amenaza. No en vano, el número de espectadores en los cines no había hecho más que bajar desde la llegada de la televisión a los hogares norteamericanos. En algunos casos, hasta en un 40%.
Otro motivo que no las animaba a participar era el temor a enemistarse con los propietarios de las salas de cine. Finalmente, otro temor mayor, el de enojar a la FCC las acabó haciendo decidirse a colaborar y Phonevision pudo ofrecer películas relativamente recientes, estrenadas hacía como mínimo dos años, pero no más de cuatro, cada día en tres pases distintos. A las 4, a las 7 y a las 9. Una misma película se emitía durante 3 días, moviéndose entre estas franjas horarias.
Las películas se emitían codificadas por lo que era necesario que, antes de comenzar la emisión, los abonados interesados llamaran por teléfono a Phonevision para ser agregados en su cola de la emisión. Poco antes de comenzar la emisión, se enviaba desde la central de la emisora una señal a través de la red telefónica a los decodificadores de los abonados que habían solicitado verla. Con esa clave el decodificador ya podía decodificar la emisión. Todo a cambio de un dólar, un precio que no era demasiado barato, el equivalente a ocho y medio actuales, y que duplicaba el precio medio de una entrada de cine en aquella época en Estados Unidos, que rondaba el medio dólar.
La idea, como era de esperar, no agradó a los propietarios de salas de cine que temían que el nacimiento de este nuevo negocio supusiera la muerte del suyo. Cosa que para el presidente de Zenith era casi inevitable, pues se mostraba convencido que el cine se estaba moviendo a los hogares y nadie podría evitarlo. McDonald tampoco era el único que creía que el descenso en el número de espectadores no sólo era debido a la televisión si no a una conjunción de motivos, uno de ellos, el movimiento de población del centro de las ciudades hacia los suburbios.
Tampoco se mostraban muy contentos las cadenas en abierto, que temían que este nuevo tipo de emisiones les quitara audiencia y acabara con la rentabilidad de su negocio. Algo demagógicamente, estas cadenas se convirtieron en las defensoras de lo que ellas consideraban toda una tradición norteamericana, las emisiones en abierto, que permitían la libre distribución de ideas, educación y entretenimiento a todo el pueblo norteamericano.
Durante el primer mes de emisiones en pruebas, Phonevision sólo codificaba la señal video. La imagen era dividida en bandas. Mediante la introducción de un retardo a la mitad de las bandas, estas se veían desplazadas hacia la derecha. Además, de invertía la fase de la señal, de manera que los blancos se convertían en negro y viceversa. Básicamente, el proceso de decodificación consistía en deshacer este proceso, volver a alinear la imagen para así recuperar la señal original.
Una de las limitaciones de esta codificación era su incompatibilidad con las emisiones en color. Aunque en aquellos años sólo estaban en fase de pruebas, y no se generalizarían hasta bien entrada la década de los 60, con el tiempo, sería otra de las causas que acabarían propiciando su fracaso.
Durante el segundo mes de emisiones, se comenzó también a codificar el audio, acabando así con el hábito extendido entre algunos telespectadores de sentarse delante de la televisión a sólo escuchar lo que no podían ver con claridad. También parece que esta medida acabó con los decodificadores pirata, que, gracias al interés que habían despertado en la ciudad las pruebas de la KS2XBS, habían proliferado.
“Ha sido un éxito más allá de nuestras propias expectativas”, era el balance que hizo el presidente de Zenith. La Asociación de Propietarios de Salas de Cines, por el contrario, lo cualificaba como un “monumental fracaso”. Durante el primer mes, cada familia vio una media de 2.1 películas por semana. Durante el segundo, esta media cayó hasta 1.5 y durante el último subió ligeramente hasta 1.6. En cualquier caso, y siempre según McDonald, las familias de Phonevision habían visto 4 veces más películas que la media del país y el 92% de los hogares que habían probado el sistema afirmaban que preferían ver las películas en su casa a tener que ir al cine.
Aunque la aceptación de las más de 90 películas que se emitieron variaba, había películas que habían sido vistas en el 60% de los hogares y otras que apenas llegaban al 8%, la media era bastante alta y rozaba el 25%. Extrapolando estos resultados, Zenith aseguraba que, con una base instalada de 10 millones de hogares, se podría obtener un retorno de más de un millón de dólares por película, el coste medio de una producción de Hollywood de la época. Y en total podría suponer unos 500 millones de ingresos anuales para Hollywood. Por último, McDonald esperaba en un par de años, Phonevision fuera ya estuviera funcionando como un negocio rentable.
Al sistema de Zenith no tardaron en salirle competidores. El mismo año de las pruebas de Phonevision, la corporación Skiatron Electronics, ensayó con su propio sistema, el Subscribervision, a través de la cadena WOR de Nueva York. El sistema de Skiatron utilizaba tarjetas perforadas de IBM. Una misma tarjeta tenía diferentes posiciones y en cada una de esas posiciones servía para decodificar un programa diferente. Las tarjetas se introducían en una ranura hasta que en un pequeño visor se veía el nombre del programa que se quería ver, entonces el decodificador hacía un agujero en esa posición. A final de mes, los abonados tenían que enviar la tarjeta y eran facturados en función de los shows que habían sido perforados en su tarjeta.
Por su parte, la Paramount se hizo con el 50% de otro competidor, Telemeter, a cambio de un millón de dólares, con la esperanza de recuperar parte de los espectadores que había perdido en los cines. Otras productoras como la 20th Century Fox, por el contrario, habían puesto sus esperanzas en los nuevos sistemas de proyección como el CinemaScope, para traer de vuelta a los espectadores a las salas.
Telemeter también tenía su propio decodificador, pero su mecanismo de cobro era algo más rudimentario. El aparato funcionaba de manera similar a una cabina telefónica, con monedas. Una vez al mes, un cobrador de la cadena acudía a casa de los abonados para vaciar la hucha de su decodificador. Existían dudas sobre el coste que supondría esta recogida o la seguridad del dispositivo. Por su parte, los precios eran algo más altos que los de Phonevision, aunque también ofrecía deportes en directo.
El sistema Telemeter se probó por primera vez en 1952 en la ciudad de Los Angeles, donde provocó un aluvión de llamadas de televidentes preguntando que eran aquellas extrañas emisiones que veían en sus televisores. Una manera no del todo mala de darse a conocer.
Un año más tarde, se llevó a cabo otra prueba de Telemeter a mayor escala en Palm Springs. Aunque el sistema podía funcionar con una señal aérea, las pruebas se llevaron a cabo a través de cable para evitar las posibles trabas de la FCC.
A pesar de que, en un primer momento, la Paramount no tenía intención de comercializar sus películas a través del sistema Telemeter, finalmente, el 28 de noviembre la emisora emitió la película “Forever Female”, que en aquel tiempo se estaba proyectando en las salas de cine. El sistema atrajo bastantes abonados y en sólo dos semanas ya eran más de 100 y otros muchos se mostraban interesados. En 1954, los 148 abonados a los que llegaba la señal, gastaban una media de 10 dólares al mes. Pero pese al interés despertado, ese mismo año, la falta de películas nuevas hizo que las emisiones no se reanudaran después de un parón veraniego.
Mientras, Phonevision llevaba a cabo sus segundas pruebas. Esta vez con la WOR-TV de Nueva York. En esta ocasión, se prescindió de la línea telefónica y, la imagen y la señal decodificadora se transmitían por el aire. Con el tiempo, Zenith había desarrollado otros sistemas de cobro y de transmisión de la clave secreta . Desde uno que funcionaba con monedas, muy similar al de Telemeter, a otros en el que los abonados tenían que introducir manualmente en sus descodificadores el código secreto de un determinado programa. En este último caso, los abonados podrían obtener estas claves directamente por teléfono o “rascándolas” en tarjetas que recibirían por correo periódicamente.
Zenith negoció varios contratos en Nueva Zelanda y Australia y unos años más tarde, en la década de los 60, volvería a probar su sistema en Estados Unidos, en la WHCT de Connecticut, http://en.wikipedia.org/wiki/WUVN que durante un tiempo emitió su programación nocturna en codificado. En seguida, los combates de boxeo se convirtieron en los programas con mayor aceptación, seguidos de las películas de estreno. Curiosamente, y pese a que los abonados y otros clientes potenciales habían respondido que una de las carencias de las televisiones en abierto eran los programas culturales, este tipo de programas tuvieron escasa aceptación en la WHCT. Pese a los combates de boxeo, la cadena no llegó a alcanzar los 20.000 abonados que necesitaba para ser rentable y decidió abandonar el sistema.
Telemeter volvería a probar su sistema en una emisora de Toronto. Después del primer año, las emisiones estaban perdiendo dinero. Aunque las pruebas aguantaron cuatro años más y se llegó al millar de abonados, el sistema tampoco acabó de triunfar.
Unos años antes, a comienzos de 1955, la FCC había abierto una ronda de consultas para tomar una decisión sobre las emisiones de pago. Hasta ese momento la televisión de pago se encontraba en un limbo legal y, en especial, la aérea, que usaba un bien común, el espectro radioeléctrico, para un fin que, a priori, no parecía de interés público.
En un principio, parecía que la opinión pública era favorable, pero, poco a poco, la oposición pública fue creciendo, posicionándose en contra varias asociaciones de consumidores y sindicatos. En el plano empresarial, la oposición era liderada por las cadenas en abierto, la ABC y la CBS, entre otras, y la Asociación de Propietarios de Salas de Cines que sostenía que, de permitirse las emisiones de pago, estas nuevas emisoras acabarían formando un monopolio que controlaría totalmente la distribución de películas.
Ante este entorno, el proceso se fue alargando hasta marzo de 1959, cuando, la FCC, finalmente, decidió permitir las emisiones de pago, pero sólo en pruebas. Además, la FCC proclamó su autoridad sobre las emisiones aéreas, pero sólo sobre estas, por lo que la televisión de pago por cable, quedaba en la misma situación que antes, sin regulación y sin una autoridad que la pudiera regular.
Dejando a un lado la cuestión de la viabilidad de todos los ensayos y los problemas técnicos con los que se encontraron, los expertos coinciden en señalar como determinante el papel de la FCC y el marco regulador incierto jugaron en el fracaso de la televisión de pago. Durante demasiado tiempo, la FCC se limitó únicamente a conceder permisos para emisiones en pruebas, que sirvieron de bien poco al no poder convertirse en definitivos.
Todas estas trabas acabaron haciendo que con los años la televisión por cable, un sistema privado de distribución sobre el que la FCC no tenía autoridad, acabara convirtiéndose en la plataforma de pago por excelencia, aunque, con el tiempo, tendría que hacer frente a un nuevo competidor: el satélite.
Enlace permanente a Phonevision y los rudimentarios comienzos de la televisión de pago
Anuncio de Phonevision | Early Television Museum
Ya en 1931, apenas unos años después de la aparición de las primeras televisiones comerciales, Eugene F. McDonald Jr., presidente del fabricante de aparatos de radio y televisión Zenith Electronics, se mostraba convencido de que la televisión no conseguiría sobrevivir únicamente con los ingresos obtenidos de la publicidad. McDonald tampoco se mostraba satisfecho con el tipo de televisión que se estaba haciendo. El tenía un modelo muy distinto en mente, uno en que los telespectadores pudieran disfrutar desde sus casas de conciertos, obras de teatro, películas de estreno o de encuentros deportivos en directo. Unos contenidos que no estaban al alcance de las cadenas de aquella época. Unos, por su elevado coste y otros por ser demasiado minoritarios como para despertar el interés de los anunciantes.
Aunque Zenith Electronics comenzó con los primeros experimentos con la televisión de pago ese mismo año, no sería hasta 1947 cuando tendría listo su propio sistema, que sería bautizado con el nombre comercial de Phonevision. Las primeras pruebas públicas se llevaron a cabo en 1951 desde la emisora KS2XBS de Chicago de la que Zenith Electronics era propietaria. Hasta hacía pocos años la concesión de nuevas licencias televisivas había estado congelada, pero en 1951 este parón hacía unos años que había terminado y, las nuevas y viejas emisoras competían todas entre sí por los ingresos publicitarios. El panorama no era muy halagüeño para muchas cadenas que podían comenzar a entrar en pérdidas.
Con el objetivo de comprobar cuál sería la respuesta por parte del público, 300 familias fueron seleccionadas en un mismo barrio de Chicago para probar el sistema durante 90 días. Los trámites no fueron fáciles, hizo falta esperar dos años para la obtención del permiso de la Comisión Federal de las Comunicaciones (FCC) y convencer a las productoras cinematográficas, que tradicionalmente habían visto a la televisión como una amenaza. No en vano, el número de espectadores en los cines no había hecho más que bajar desde la llegada de la televisión a los hogares norteamericanos. En algunos casos, hasta en un 40%.
Un decodificador Phonevision | CrunchGear.com
Otro motivo que no las animaba a participar era el temor a enemistarse con los propietarios de las salas de cine. Finalmente, otro temor mayor, el de enojar a la FCC las acabó haciendo decidirse a colaborar y Phonevision pudo ofrecer películas relativamente recientes, estrenadas hacía como mínimo dos años, pero no más de cuatro, cada día en tres pases distintos. A las 4, a las 7 y a las 9. Una misma película se emitía durante 3 días, moviéndose entre estas franjas horarias.
Las películas se emitían codificadas por lo que era necesario que, antes de comenzar la emisión, los abonados interesados llamaran por teléfono a Phonevision para ser agregados en su cola de la emisión. Poco antes de comenzar la emisión, se enviaba desde la central de la emisora una señal a través de la red telefónica a los decodificadores de los abonados que habían solicitado verla. Con esa clave el decodificador ya podía decodificar la emisión. Todo a cambio de un dólar, un precio que no era demasiado barato, el equivalente a ocho y medio actuales, y que duplicaba el precio medio de una entrada de cine en aquella época en Estados Unidos, que rondaba el medio dólar.
La idea, como era de esperar, no agradó a los propietarios de salas de cine que temían que el nacimiento de este nuevo negocio supusiera la muerte del suyo. Cosa que para el presidente de Zenith era casi inevitable, pues se mostraba convencido que el cine se estaba moviendo a los hogares y nadie podría evitarlo. McDonald tampoco era el único que creía que el descenso en el número de espectadores no sólo era debido a la televisión si no a una conjunción de motivos, uno de ellos, el movimiento de población del centro de las ciudades hacia los suburbios.
Carta de ajuste de la KS2XBS Chicago | Ver en youtube.com
Tampoco se mostraban muy contentos las cadenas en abierto, que temían que este nuevo tipo de emisiones les quitara audiencia y acabara con la rentabilidad de su negocio. Algo demagógicamente, estas cadenas se convirtieron en las defensoras de lo que ellas consideraban toda una tradición norteamericana, las emisiones en abierto, que permitían la libre distribución de ideas, educación y entretenimiento a todo el pueblo norteamericano.
Durante el primer mes de emisiones en pruebas, Phonevision sólo codificaba la señal video. La imagen era dividida en bandas. Mediante la introducción de un retardo a la mitad de las bandas, estas se veían desplazadas hacia la derecha. Además, de invertía la fase de la señal, de manera que los blancos se convertían en negro y viceversa. Básicamente, el proceso de decodificación consistía en deshacer este proceso, volver a alinear la imagen para así recuperar la señal original.
Una de las limitaciones de esta codificación era su incompatibilidad con las emisiones en color. Aunque en aquellos años sólo estaban en fase de pruebas, y no se generalizarían hasta bien entrada la década de los 60, con el tiempo, sería otra de las causas que acabarían propiciando su fracaso.
Ejemplo de transmisión antes y después de ser decodificada | Early Television Museum
Durante el segundo mes de emisiones, se comenzó también a codificar el audio, acabando así con el hábito extendido entre algunos telespectadores de sentarse delante de la televisión a sólo escuchar lo que no podían ver con claridad. También parece que esta medida acabó con los decodificadores pirata, que, gracias al interés que habían despertado en la ciudad las pruebas de la KS2XBS, habían proliferado.
“Ha sido un éxito más allá de nuestras propias expectativas”, era el balance que hizo el presidente de Zenith. La Asociación de Propietarios de Salas de Cines, por el contrario, lo cualificaba como un “monumental fracaso”. Durante el primer mes, cada familia vio una media de 2.1 películas por semana. Durante el segundo, esta media cayó hasta 1.5 y durante el último subió ligeramente hasta 1.6. En cualquier caso, y siempre según McDonald, las familias de Phonevision habían visto 4 veces más películas que la media del país y el 92% de los hogares que habían probado el sistema afirmaban que preferían ver las películas en su casa a tener que ir al cine.
Aunque la aceptación de las más de 90 películas que se emitieron variaba, había películas que habían sido vistas en el 60% de los hogares y otras que apenas llegaban al 8%, la media era bastante alta y rozaba el 25%. Extrapolando estos resultados, Zenith aseguraba que, con una base instalada de 10 millones de hogares, se podría obtener un retorno de más de un millón de dólares por película, el coste medio de una producción de Hollywood de la época. Y en total podría suponer unos 500 millones de ingresos anuales para Hollywood. Por último, McDonald esperaba en un par de años, Phonevision fuera ya estuviera funcionando como un negocio rentable.
El sistema Telemeter | Revista Popular Science
Al sistema de Zenith no tardaron en salirle competidores. El mismo año de las pruebas de Phonevision, la corporación Skiatron Electronics, ensayó con su propio sistema, el Subscribervision, a través de la cadena WOR de Nueva York. El sistema de Skiatron utilizaba tarjetas perforadas de IBM. Una misma tarjeta tenía diferentes posiciones y en cada una de esas posiciones servía para decodificar un programa diferente. Las tarjetas se introducían en una ranura hasta que en un pequeño visor se veía el nombre del programa que se quería ver, entonces el decodificador hacía un agujero en esa posición. A final de mes, los abonados tenían que enviar la tarjeta y eran facturados en función de los shows que habían sido perforados en su tarjeta.
Por su parte, la Paramount se hizo con el 50% de otro competidor, Telemeter, a cambio de un millón de dólares, con la esperanza de recuperar parte de los espectadores que había perdido en los cines. Otras productoras como la 20th Century Fox, por el contrario, habían puesto sus esperanzas en los nuevos sistemas de proyección como el CinemaScope, para traer de vuelta a los espectadores a las salas.
Telemeter también tenía su propio decodificador, pero su mecanismo de cobro era algo más rudimentario. El aparato funcionaba de manera similar a una cabina telefónica, con monedas. Una vez al mes, un cobrador de la cadena acudía a casa de los abonados para vaciar la hucha de su decodificador. Existían dudas sobre el coste que supondría esta recogida o la seguridad del dispositivo. Por su parte, los precios eran algo más altos que los de Phonevision, aunque también ofrecía deportes en directo.
El sistema Telemeter se probó por primera vez en 1952 en la ciudad de Los Angeles, donde provocó un aluvión de llamadas de televidentes preguntando que eran aquellas extrañas emisiones que veían en sus televisores. Una manera no del todo mala de darse a conocer.
El sistema Skiatron | Revista Popular Science
Un año más tarde, se llevó a cabo otra prueba de Telemeter a mayor escala en Palm Springs. Aunque el sistema podía funcionar con una señal aérea, las pruebas se llevaron a cabo a través de cable para evitar las posibles trabas de la FCC.
A pesar de que, en un primer momento, la Paramount no tenía intención de comercializar sus películas a través del sistema Telemeter, finalmente, el 28 de noviembre la emisora emitió la película “Forever Female”, que en aquel tiempo se estaba proyectando en las salas de cine. El sistema atrajo bastantes abonados y en sólo dos semanas ya eran más de 100 y otros muchos se mostraban interesados. En 1954, los 148 abonados a los que llegaba la señal, gastaban una media de 10 dólares al mes. Pero pese al interés despertado, ese mismo año, la falta de películas nuevas hizo que las emisiones no se reanudaran después de un parón veraniego.
Mientras, Phonevision llevaba a cabo sus segundas pruebas. Esta vez con la WOR-TV de Nueva York. En esta ocasión, se prescindió de la línea telefónica y, la imagen y la señal decodificadora se transmitían por el aire. Con el tiempo, Zenith había desarrollado otros sistemas de cobro y de transmisión de la clave secreta . Desde uno que funcionaba con monedas, muy similar al de Telemeter, a otros en el que los abonados tenían que introducir manualmente en sus descodificadores el código secreto de un determinado programa. En este último caso, los abonados podrían obtener estas claves directamente por teléfono o “rascándolas” en tarjetas que recibirían por correo periódicamente.
Zenith negoció varios contratos en Nueva Zelanda y Australia y unos años más tarde, en la década de los 60, volvería a probar su sistema en Estados Unidos, en la WHCT de Connecticut, http://en.wikipedia.org/wiki/WUVN que durante un tiempo emitió su programación nocturna en codificado. En seguida, los combates de boxeo se convirtieron en los programas con mayor aceptación, seguidos de las películas de estreno. Curiosamente, y pese a que los abonados y otros clientes potenciales habían respondido que una de las carencias de las televisiones en abierto eran los programas culturales, este tipo de programas tuvieron escasa aceptación en la WHCT. Pese a los combates de boxeo, la cadena no llegó a alcanzar los 20.000 abonados que necesitaba para ser rentable y decidió abandonar el sistema.
Equipo codificador para emisoras de televisión | Early Television Museum
Telemeter volvería a probar su sistema en una emisora de Toronto. Después del primer año, las emisiones estaban perdiendo dinero. Aunque las pruebas aguantaron cuatro años más y se llegó al millar de abonados, el sistema tampoco acabó de triunfar.
Unos años antes, a comienzos de 1955, la FCC había abierto una ronda de consultas para tomar una decisión sobre las emisiones de pago. Hasta ese momento la televisión de pago se encontraba en un limbo legal y, en especial, la aérea, que usaba un bien común, el espectro radioeléctrico, para un fin que, a priori, no parecía de interés público.
En un principio, parecía que la opinión pública era favorable, pero, poco a poco, la oposición pública fue creciendo, posicionándose en contra varias asociaciones de consumidores y sindicatos. En el plano empresarial, la oposición era liderada por las cadenas en abierto, la ABC y la CBS, entre otras, y la Asociación de Propietarios de Salas de Cines que sostenía que, de permitirse las emisiones de pago, estas nuevas emisoras acabarían formando un monopolio que controlaría totalmente la distribución de películas.
Ante este entorno, el proceso se fue alargando hasta marzo de 1959, cuando, la FCC, finalmente, decidió permitir las emisiones de pago, pero sólo en pruebas. Además, la FCC proclamó su autoridad sobre las emisiones aéreas, pero sólo sobre estas, por lo que la televisión de pago por cable, quedaba en la misma situación que antes, sin regulación y sin una autoridad que la pudiera regular.
Dejando a un lado la cuestión de la viabilidad de todos los ensayos y los problemas técnicos con los que se encontraron, los expertos coinciden en señalar como determinante el papel de la FCC y el marco regulador incierto jugaron en el fracaso de la televisión de pago. Durante demasiado tiempo, la FCC se limitó únicamente a conceder permisos para emisiones en pruebas, que sirvieron de bien poco al no poder convertirse en definitivos.
Todas estas trabas acabaron haciendo que con los años la televisión por cable, un sistema privado de distribución sobre el que la FCC no tenía autoridad, acabara convirtiéndose en la plataforma de pago por excelencia, aunque, con el tiempo, tendría que hacer frente a un nuevo competidor: el satélite.
Enlace permanente a Phonevision y los rudimentarios comienzos de la televisión de pago