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[SAD] s2t2 -SAD-CD016-"HACER EL GANSO" y "El Ultimo cartucho"


Enviado el: sábado, 20 de noviembre de 1999 8:37
Asunto: SAD-CD016-"HACER EL GANSO" y "El Ultimo cartucho"
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Artículo : "HACER EL GANSO"
Fecha:12-11-99
Autor o enviada por : Jorge Louzao Penalva DONDECOMPRAR - Grupo Netjuice
jlouzao@donde-comprar.com www.dondecomprar.com
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TENER ALGO DE GANSO:

Si observamos los gansos cuando migran para el invierno, veremos que vuelan formando una V.
Tal vez les interese saber lo que la ciencia ha descubierto acerca de por qué vuelan de esa forma.
Se ha comprobado que cuando cada pájaro bate sus alas, produce un movimiento en el aire que ayuda al pájaro que va detrás de él.
Volando en V la bandada completa aumenta por lo menos en un 71 % más su poder que si cada pájaro volara solo.
Cada vez que un ganso se sale de la formación, siente inmediatamente la resistencia del aire, se da cuenta de la dificultad de hacerlo solo y rápidamente regresa a su formación para poder beneficiarse del poder del compañero que va adelante.
Cuando el líder de los gansos se cansa, pasa a uno de los puestos de atrás y otro ganso toma su lugar. Los gansos que van detrás graznan para alentar a los que van delante a mantener su velocidad.
Finalmente, cuando un ganso se enferma o cae herido por un disparo, otros dos gansos se salen de la formación y lo siguen para ayudarlo y protegerlo.
Se quedan acompañándolo hasta que está nuevamente en condiciones de volar o hasta que se muere, y solo entonces los dos acompañantes vuelven a su bandada o se unen a otro grupo.
Tres grandes enseñanzas saco de los gansos:

* La importante ventaja de trabajar en grupo.
* La necesidad de saber resignar el liderazgo y,
* El valor que tiene alentar y ayudar a los compañeros.

Por eso en estos momentos de individualismo a ultranza, puede ser todo un elogio que lo traten a uno de "ganso".
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Artículo : EL ULTIMO CARTUCHO
Fecha:18-4-99
Autor : Arturo Pérez Reverte publicado en el Dominical del País Recibida de :Angel del Grupo Directores
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En cualquier caso en las publicaciones dominicales de hoy, el bueno de Arturo Pérez-Reverte, que tiene fama de soberbio, -y que quizá no sea-, pero que escribe como los dioses, -y en ocasiones como humano-, nos deleita con un artículo, que tiene tantas lecturas como las frases de Victorino y algunas de ellas nos van bien a todos, lo transcribo tal cual, y se lo dedico
a Radio, y si os vais aburriendo lo elimináis,
EL ULTIMO CARTUCHO

Ya se que va a ser jodido, amigo mío, Sé que presentarse a una entrevista de trabajo, a competir con otros más jóvenes y preparados, cuando tienes medio siglo de almanaque y canas en la cabeza, no será el momento más feliz de tu vida.
Probablemente los fulanos de quienes depende tu destino sean niñatos de diseño, de esos que se creen que siempre van a ser jóvenes, y listos, e incombustibles, y desprecian a la gente sin adivinar que un día ellos mismos estarán con el cuello al tajo.

Tu experiencia les importa una mierda, eso ya lo sabes.

Quieren jóvenes de veinte años sin cargas familiares, que hablen inglés y que parezca que no van a envejecer ni a morirse nunca.
Por eso te asusta pensar en lo de mañana.
Miras a tu mujer, que plancha tu mejor camisa, y sientes que el miedo te agarrota el estómago.
El día que dejó los estudios para casarse contigo y seguirte en los bueno y en lo malo, no imaginaste que ibas a terminar pagándole así.
Mañana te pondrás esa camina que ella plancha.
Te la pondrás con una corbata y saldrás una vez más a probar suerte, con poca esperanza.
Y es que tiene huevos. Has trabajado toda la vida como una mala bestia, y verte en el paro a los cincuenta y cuatro, con hijos y con mujer a los que darles de comer, es como caer de pronto en el fondo de un oscuro pozo. Sé todo eso porque tu hijo, que es amigo mío, escribe de vez en cuando.
O tal vez no es tu hijo quien escribe, sino que es otro hijo hablando de otro padre; pero en realidad se trata siempre de la misma historia.
Y tu hijo me cuenta que la última vez estuviste un mes con la cabeza gacha, los ojos enrojecidos de haber llorado, sentado en el sofá como ausente, con la cara entre las manos, sin atreverse a salir a la calle de pura vergüenza.
Te preocupa sobre todo lo que piensan tus hijos.
Una mujer comprende, conoce y perdona.
Los hijos, sin embargo son crueles porque son jóvenes y todavía no saben lo que siempre se termina por saber. Los ves mirarte en silencio y crees que te desprecian por los años y por el fracaso.
Por no salir nunca en el telediario.
Por ser la estampa de la impotencia, la confirmación de que esta vida y este país es una piltrafa.
Así que supongo que los hijos son lo peor.
La mujer luego, al acostaros, te aprieta una mano antes de dormirse.
Sabe cómo has peleado siempre, conoce lo que vales.
Quizá es la única que de veras lo sabe. Con ella la humillación es compartida. Es soportable.

Y sin embargo, amigo, debería leer la carta que me escribe tu hijo.

Debería comprobar con qué ternura y respeto habla de ti.
Cómo sufre al saberse demasiado joven para serte útil, al no encontrar las palabras o los gestos adecuados. Porque ya sabes cómo es: torpe, desmañado, con esos pelos largos y siempre con la puñetera música a todo trapo.
Con esas broncas que tenéis, y esa forma de vida suya tan diferente a la de tus tiempos, que te parece la de un marciano.
Lo que no sabes es que cuando te ve derrotado en el sofá con la cabeza entre las manos, le quema la boca y le laten las venas porque desearía tener labia, ser capaz de ir hasta ti, tocarte, decirte lo que de veras piensa.
Y lo que de veras piensa es que tengas ánimo, viejo, que no eres tan viejo, maldita sea, aunque él mismo te lo diga a veces.

Que él no es tan crío y tan bobo como parece, que sabe fijarse en las cosas que ve, y que te ha visto trabajar, e intentarlo una y otra vez, y quieres a su madre y a él y a sus hermanos. y sabes que eres el mejor, rediós, que eres la mejor persona, el hombre más decente y trabajador que ha conocido en su puta vida.

Que eres su padre y lo serás siempre, tengas curro o no lo tengas.

Que las mejores lecciones de la vida se las diste siempre no con lo que decías, haz esto o no hagas lo otro, sino con lo que él te vio hacer.

Y que cuando, tarde o temprano, tenga que cerrarte los ojos -y ojalá te los cierre él- sin duda podrá decir en voz alta:

<>.

Así que, como dicen mis paisanos de Cartagena, no te disminuyas, amigo.

Mañana te pones esa camisa planchada por tu mujer y te vas a la entrevista de trabajo con la cabeza muy alta.
Y si le gustas al niñato de turno, pues él se lo pierde y que le vayan dando.
Y si fracasas otra vez, síguelo intentando mientras puedas.
Y cuando ya no puedas más -que casi siempre se puede-, pues bueno, pues hasta allí llegaste, compañero.
No hay nada deshonroso en el soldado que enciende un pitillo y levanta las manos, sin antes ha peleado bien a la vista de los suyo.

Si antes ha disparado su ultimo cartucho.


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Publicado por VRedondoF para SAD el 5/14/2008 01:23:00 PM