La fiesta ha terminado, que lo sepan - por Eduardo Cruz
El prestigioso semanario norteamericano The Economist, que como su propio nombre indica es más de sudokus que de crucigramas, publica en su último número un extenso reportaje especial sobre la crisis económica en España?
No tenemos bastante con lo nuestro como para que tengan que venir de fuera a restregárnoslo por las narices. Y, además, “extenso” y “especial”… ¿No habíamos quedado que el tamaño no importa?... ¿O es que, como en Estados Unidos ya gobierna un negro, ahora sí importa?... ¡¿Eh?!... ¡¡¡Listos, que sois unos listos!!!…
Vale, ya me he tomado la medicación…
El autor del reportaje es el periodista Michael Reid, desde ahora conocido en España como “Miguel Reid, reíd, que quien ríe el último…”, y empieza titulándolo con una frase lapidaria: “La fiesta ha terminado”… Pero es que, no contento con ello, el segundo capítulo lo titula “La mañana siguiente”… Este tío no ha estado en España… Se lo digo yo… En primer lugar, aquí es imposible que alguien dé por finalizada una fiesta. El último que lo intentó fue un pamplonica y acabó despeñado por un barranco, de ahí el origen del “Pobre de mí” sanferminero… ¿Y qué es eso de “la mañana siguiente”?... Si de verdad has estado de fiesta, a la mañana siguiente no te acuerdas de nada, hombre… ¿cómo vas a llenar todo un capítulo con cosas de las que no tienes ni idea? ¿Quién te crees que eres? ¿La Reina de España?...
Pero sin duda alguna, el capítulo más divertido de todos es el que repasa la España de los últimos treinta años. Llega a decir que en España la gente mayor es bajita (y lo achaca a las duras condiciones de la postguerra), pero que los jóvenes son mucho más altos que sus abuelos. Y pone como ejemplo a Pau Gasol… ¿Eso es rigor periodístico?... Ya puestos a escribir sandeces, amigo Michael, dí que en España se pasó mucha hambre en la postguerra pero que ahora los jóvenes comen mejor que sus abuelos. Y lo ilustras con una foto de Falete…
También dice, no sin ocultar su sorpresa y extrañeza, que los funcionarios sólo trabajan por las mañanas, pero cobran por todo el día completo… ¡Será falso el plumilla este!... ¿Cuándo ha visto a un funcionario trabajar? ¿Y dónde? Venga, dígalo si tiene agallas… Ah, no, claro, que no puede revelar sus fuentes… ¡Difamación se llama eso!... El funcionariado español lleva a gala y con mucho orgullo el reglamentario desayuno de dos horas y media como para que ahora venga un norteamericano a destrozar décadas de tradición y sanas costumbres…
Por último, menos mal, reconoce que en el plano individual los españoles son unos seres encantadores… ¿En el plano individual?... Esto me huele a un “sin embargo”… Efectivamente, si se sigue leyendo, el autor continúa diciendo que, sin embargo, se vuelven poco serviciales cuando tienen que atender a clientes… ¿Y qué esperaba, si todos se empeñan en ser atendidos justo en las dos horas y media del desayuno?.
Españoles, gritemos unidos un sentido “¡ya está bien!” dirigido al pueblo norteamericano. Alcemos nuestras voces al unísono para anunciar al mundo que aquí la fiesta no sólo no ha terminado, sino que continuará al día siguiente por la mañana… Y que sólo haremos un breve receso de dos horas y media para desayunar, ¿vale?, que lo tengan en cuenta…