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Guerra abierta al agua en botella


06:00h | Sara Acosta

Italia, Francia y Canadá se suman al veto de Australia al consumo de agua embotellada.

El ejercicio de pedir una jarra de agua en un restaurante es cada vez menos frecuente. El camarero o camarera mira al cliente sentado a la mesa con cierto malestar, a veces con la indiferencia que da la prisa, para apuntar oportunamente que la casa sólo sirve agua en botella. “Hace una década, el concepto de agua embotellada era una novedad. Ahora parece una necesidad. Las fuentes han desaparecido y el agua en botella se ha colado en nuestros colegios, empleos y ayuntamientos”. La reflexión es de la iniciativa Día Sin Agua Embotellada, lanzada por una red de más de 70 ayuntamientos, seis colegios y tres campus universitarios de Canadá. La celebración tendrá lugar el próximo 11 de marzo, con el lema “¡Deshazte de la botella de agua y abre el grifo!”.

La medida canadiense quiere además ser una protesta contra el creciente control del agua por las empresas, la escasa regulación del agua en botella y la publicidad engañosa sobre sus beneficios en detrimento del agua del grifo. Lo cierto es que cada vez más ciudades se suman a la misma reflexión después de que la pequeña ciudad australiana de Bundanoon, en el estado de Nueva Gales del Sur, se erigiera en julio de 2009 en la primera ciudad australiana— también del mundo, decían sus orgullosos habitantes— en prohibir la venta de agua embotellada. La razón de los vecinos, que votaron la medida a mano alzada por 350 votos a favor y dos en contra (uno de ellos representaba la industria de agua embotellada), fue el impacto del plástico de las botellas en el medio ambiente. Toronto ya había tomado la misma medida en 2008, que sirvió de ejemplo a la Federación de Municipios de Canadá, que propuso la iniciativa a todos los ciudadanos de este Estado canadiense.

En Italia, los alcaldes de varias ciudades, entre ellas Venecia, también está pujando por los beneficios del agua natural, unas 1.000 veces más barata que el agua en botella. La revista Altreconomía sigue adelante con su campaña ‘Imbrocchiamola’ (“metámosla en una jarra”), lanzada hace dos años para fomentar el consumo de agua del grifo en los restaurantes. La medida ha permitido hacer un inventario de 1.600 restaurantes que sirven agua del grifo en todo el país. La página web de la revista incluye un mapa donde puede verse el nombre y la dirección de estos establecimientos. Algunos de ellos incluso han pegado en sus escaparates el adhesivo “se sirven jarras de agua”.

Para el suizo Jacques Neirynck, autor de ‘Escándalos del agua embotellada’, “no existe ninguna diferencia de calidad entre el agua embotellada y el agua del grifo, pero la publicidad sobre sus beneficios funciona muy bien”, asegura en una reciente entrevista al semanario L’Express. Para este investigador, “la prohibición por ahora es imposible, aunque llegará un momento en el que se deberá poner fin a la fabricación y comercialización de este tipo de agua, que resulta muy cara, sobre todo en petróleo”.