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y2a -Cómo ser un macho hoy

Cómo ser un macho hoy

@Esteban Hernández.- - 28/05/2008


¿Qué preferirías, un ménage è trois con Scarlett Johansson y Angelina Jolie o 10.000 dólares? Una prestigiosa revista norteamericana incluyó esta pregunta en una encuesta acerca de los cambios en los hombres estadounidenses, quienes certificaron con sus elecciones (una amplia mayoría eligió el dinero) que los tiempos son otros: en el pasado, un macho de verdad no hubiera tenido dudas, eligiendo la experiencia sexual mucho antes que el dinero. Pero también se han dado transformaciones en sentido contrario, existiendo ahora muchos más hombres que valoran los sentimientos y que se muestran menos agresivos y más empáticos. Esos cambios se analizan en La masculinidad a debate (Icaria Editorial), de Àngels Carabí y Josep M. Armengol (eds.), volumen en el que compilan recientes aportaciones provenientes de la sociología, la antropología, la teoría fílmica o la biología y donde se muestran que estas transformaciones, que lo son también de las relaciones entre sexos, no resultan unidireccionales.

De una parte, asegura Àngels Carabí, profesora de Literatura de la Universidad de Barcelona, hay nuevas formas de expresar viejos estereotipos. Según estudios de psicólogos estadounidenses realizados en 1977 "las características que definían a la masculinidad en esa época consistían en no ser femenino, en tener éxito y dinero y en ser fuerte y agresivo". Pero son esos mismos valores los que "hoy aparecen obsoletos, ya que un hombre no se define por ellos". Lo que se apreciaría en los padres actuales, "que están aprendiendo a cuidar de los bebés y a relacionarse de otra manera con su familia". Y es que "como las identidades son relacionales, el cambio en el rol de uno afecta a todos. Así, el nuevo papel que están jugando las mujeres, tanto en la esfera pública como en la privada, está provocando que el hombre deba tener otros comportamientos".

Pero esas actitudes se acompañan de otras que van en sentido opuesto. "Cada vez que las mujeres han intentado conseguir un lugar en la esfera pública, ha habido intentos de volver atrás. Por ejemplo, en EEUU, existen grupos de hombres, como los formados en torno a la mitopoética de Robert Bly, que se van solos al campo los fines de semana para reafirmar sus valores tradicionales. Y es que todos los cambios provocan desconcierto". Y en algunos casos también generan agresividad, como ocurre con la violencia de género. "Susan Faludi estudió a los maltratadores en su obra Backlash y encontró la clave de su forma de actuar en un sentimiento de impotencia que terminaban pagando sus parejas. Cuando se les preguntaba qué sentían al maltratar a una mujer, su respuesta más frecuente era: 'poder'. Y es que cuando en la vida cotidiana ocurría algo que les hacía sentir impotentes, como perder el trabajo, no tener dinero, etc., trataban de afirmar su masculinidad mediante la violencia contra un ser que consideraban inferior."

Y ese sentimiento vengativo, afirma Carabí, parece especialmente presente hoy, ya que "al haber cambiado los roles que las mujeres juegan en la sociedad, y sentirse algunos de los varones cuestionados, comienzan a preguntarse acerca de quiénes son y qué papel juegan en realidad. Y como no hay un discurso para ese hombre que está atrapado en las masculinidades tradicionales, como no tiene formas alternativas de ser hombre, lo que no puede expresar con las palabras lo expresa con el maltrato".

Masculinidad y triunfo

Pero no todo son intentos de regresar al pasado; también la imagen del hombre macho cobra expresiones novedosas. Si a mediados del siglo XX, la masculinidad estaba asociada a la ética del trabajo, hoy parece estarlo a la del triunfo. Si entonces la exhibición de los signos de riqueza no estaba bien vista, hoy es lugar común: hasta los futbolistas ponen en primer plano los coches que poseen o las mujeres con las que tienen relaciones. Y es que "como dice el dramaturgo David Mamet, los varones necesitan la aprobación no ya de las mujeres sino de otros hombres. En definitiva, que como la masculinidad es competitiva, todavía hoy los varones se sienten en la necesidad de demostrar a los demás la propia hombría. Y emplearían para esa tarea los términos de la época en la que vivimos, un tiempo que presta especial atención a los signos de éxito". En ese sentido, exhibir coches de lujos, mujeres bellas y toda clase de objetos caros sería la manera en que los machos actuales demuestran que lo son.

Otro espacio en el que se han producido novedades es el político, estando cada vez más presente en él esa lucha entre antiguas y modernas masculinidades y feminidades. No sólo por la creciente presencia de las mujeres en los cargos principales de las distintas formaciones (de Angela Merkel a Michele Bachelet, de Cristina Fernández de Kirchner a Ségòlene Royal, entre muchas otras) sino porque los aparatos de los partidos están confiando en perfiles distintos para ganar las competiciones electorales. Así, políticos como Bush que, según afirma Carabí, representan la masculinidad dominante tradicional, "la obsoleta", se encontrarían con nuevos competidores como Barack Obama, "quien tiene mucha aceptación entre la gente joven, que es dialogante, menos jerárquico, más cooperativo. Y de color".

También su oponente demócrata, Hillary Clinton, posee un perfil diferente, en tanto representa la versión en femenino de los valores que antes encarnaba el hombre tradicional. De este modo, "mientras Obama es un varón que habría incorporado los valores femeninos, como la valía de las emociones, Hillary es una mujer que habría tomado para sí los valores masculinos". En el lado opuesto, actitudes como la de Berlusconi "representarían la vuelta a los estereotipos más rancios de la vieja masculinidad", y más aún con decisiones como nombrar ministra de Igualdad a una modelo a la que ha tirado los tejos en público. Pero subraya Carabí, "por suerte van desapareciendo de la política valores como los que representa Berlusconi y llegan los de quienes, como Zapatero u Obama, apuestan por el diálogo".

Claro que estos cambios en la masculinidad no sólo se producen en el interior de los países industrializados. La globalización ha traído grandes transformaciones que, si bien han afectando especial y negativamente a las clases medias y medias bajas de Occidente, también han alterado los mapas de género de otras culturas. Así, asegura Carabí, ha ocurrido con los hombres de países islámicos "quienes, al entrar en relación con mujeres del mundo occidental, han de cuestionarse muchas cosas. Autores como Linda Jones nos han mostrado que si antes los varones islámicos podían incorporar actitudes emocionales sin problema, hoy ese mismo hombre se siente feminizado si se muestra sentimental o caritativo. Muchos varones de países islámicos se han vuelto hacia los modelos religiosos para recuperar su virilidad".