El eco global de los Premios Nobel 2010 está asegurado. Sin embargo, el discurso de aceptación de Mario Vargas Llosa, al mérito de su literatura, quizás acentuó, de manera indirecta, las ausencias y polémicas con las que históricamente cuentan estas distinciones.
La polémica siempre pivota sobre los dos galardones más simbólicos y de fuerte resonancia social: Literatura y Paz. Este año, controversia y no comparecencia también son dos palabras que retumban en torno a la Academia Sueca.
En su lectura, Vargas Llosa enunció a dos escritores que reflejan la cara y la cruz del histórico de los Nobel literarios. Por un lado, Jorge Luis Borges. Su obra nunca obtuvo el galardón. La postura (o rumor) del escritor argentino en defender los dictadores Videla y Pinochet “por ser ellos los que velan por la cultura occidental” fue un lastre. Pese a ello, Vargas Llosa ensalzó la Literatura borgesiana, antes y después de su lectura. Borges merecía el Nobel, dijo.
Quien sí lo ganó fue Jean Paul Sartre (otra de las menciones de Vargas Llosa); pero el intelectual francés renegó de él. En 1964, no acudió a recogerlo porque, según aludió, perdería su condición de filósofo.
Sin embargo, la trastienda del Nobel –sus documentos- sí recuerdan que el intelectual francés sí solicitó por escrito cobrar el millón de coronas suecas del premio, como así recuerda Diego Moreno, editor de Nórdica. Este sello español ha publicado “El Premio Nobel de Literatura. Cien años de misión”, de Kjell Espmark, antiguo responsable de la Academia Sueca.
En dicho libro, se menciona la división en 1964 de la Academia: ¿Sartre o Auden? En contra del francés señalaban que «que es más un polemista que un verdadero autor de creación». Pese a ello, le concedieron el Nobel.
Nobel fallidos
Con la literatura, los académicos suecos siempre han estado por detrás de las tendencias, como explica Diego Moreno. A Franz Kafka, no se lo otorgaron, porque aún no había escrito obras maestras; a James Joyce, porque era demasiado experimental para una época dominada por la tradición novelesca decimonónica.
Parece que las palabas de Borges tenían parte de razón, según los dictámenes de los últimos años. El creador de “El Aleph” decía que el Nobel era un premio para descubrir al mundo autores desconocidos en lares diferentes a los domésticos.
Polémica por la Paz
De regreso al discurso de Vargas Llosa, la política y la paz fueron ejes de su discurso en el que defendía “la democracia liberal” frente al comunismo y / o los totalitarismos.
“Padecemos [en Latinoamérica] menos dictaduras que antaño, sólo Cuba y su candidata a secundarla, Venezuela, y algunas seudodemocracias populistas y payasas, como las de Bolivia y Nicaragua”, dijo el escritor peruano. Sus palabras generaron un terremoto político de réplicas en Latinoamérica.
China, centro de la discordia
Vargas Llosa también, apuntó en su discurso directamente contra China: “Las dictaduras deben ser combatidas sin contemplaciones, (…) incluidas las sanciones económicas. Es lamentable que los gobiernos democráticos, en vez de dar el ejemplo, solidarizándose con (…) quienes, como (…) Liu Xiaobo, que se enfrentan con temeridad a las dictaduras que sufren, se muestren a menudo complacientes no con ellos sino con sus verdugos”.
La polémica, por tanto, está de nuevo servida en plato frío en esta edición de los Nobel 2010. El disidente chino Liu Xiaobo, Premio Nobel de la Paz 2010, cumple condena de prisión por subversión contra el Estado chino. No acudirá a recoger el galardón: es obvio. Su esposa, tampoco: está bajo arresto domiciliario.
Países con lazos comerciales con China –hasta 18 estados- no quieren enfurecer al gigante asiático. ¿Resultado diplomático? No acudirán a la ceremonia de Estocolmo. Y China crea un contra premio para contrarrestar mediáticamente los ecos que llegan desde Suecia. A la polémica (palabra muy vinculada con el Nobel últimamente), se suma, de nuevo un sinónimo: la ausencia.
Guerra y Paz
Los premios Nobel de la Paz, concedidos por el Comité Nobel noruego de su parlamento, tampoco se han quedado ajenos a la discusión. Barak Obama lo recibe en 2009 por “sus esfuerzos extraordinarios en fortalecer los procesos diplomáticos y por su visión de un mundo sin armas nucleares”. Voces conservadoras y discordantes recordaron entonces que los Estados Unidos mantenían -y aún mantienen- tropas en Irak y Afganistán.
Más atrás en el tiempo, el Nobel de la Paz también tocó en 1994 a Yasir Arafat, Isaac Rabin y Shimon Peres, conjuntamente. Palestina sigue, casi dos décadas después, unproceso estancado en su vertiente de negociación con Israel.
Este viernes, por tanto, los Premios Nobel serán, sin duda, el eje informativo mundial. Cuando los premiados en las disciplinas de Literatura, Física, Química, Medicina y Paz (el galardón de Economía lo concede el Banco de Suecia, no la Fundación), excepto Liu Xiaobo, recogerán el diploma acreditativo, la medalla y la millonaria cuantía económica.
Ninguno lo rechazará y no sucederá como cuando los nazis gobernaban Alemania y Adolf Hitler ordenó a Richard Kuhn (Física en 1938), y en 1939 a Gerhard Domagk (Fisiología y Medicina) y Adolf Butenandt (Química) que rehusaran.
Lo que es seguro es que no habrá, previsiblemente, ninguna petición de modificación del protocolo cuando se entregue la máxima distinción mundial. El traje oscuro o frac de gala masculino y vestido corto o largo femenino de los galardonados será el que marque la doctrina protocolaria.
No es de esperar cambios, como el que hizo el escritor Gabriel García Márquez, con su liquiliqui de lino blanco, traje de su abuelo y de los coroneles de las guerras civiles, ni la petición que cursó Camilo José Cela de llevar pajarita blanca y no negra.
No se pronostican que surjan más sorpresas, más allá de la polémica y la ausencia (ya conocida), en este galardón propiciado por el inventor de la dinamita en 1895.