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Hace tan solo unos días, la noticia de que la NASA había elaborado una lista con las peores películas de la historia del cine desde el punto de vista científico se repetía en los medios de comunicación de todo el mundo. Según el ranking, elaborado supuestamente por la agencia espacial, «2012», la apocalíptica cinta de Roland Emmerich, era el filme con el argumento más absurdo y rocambolesco, seguida por «El Núcleo», sobre un colapso en el centro de la Tierra, y por la famosa«Armaggedon», donde Bruce Willis salvaba al mundo del impacto brutal de un asteroide. Por el contrario, la NASA daba sus bendiciones a películas como «Blade Runner» o «Gattaca». La lista parecía proceder de un comité de científicos reunidos, supuestamente, para tal fin, pero uno de ellos, Don Yeomans, investigador del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JPL) asegura que todo esto es una falacia y que jamás existió una lista semejante. «Nunca sería tan tonto como para compilar una lista de las peores películas basadas en ciencia», dice en la web de la Sociedad Planetaria, una organización no gubernamental fundada por Carl Sagan que se dedica a promover la exploración espacial del Sistema Solar y la divulgación científica.

Según explica este científico, es cierto que existió una reunión llamadaNASA101 entre la agencia espacial norteamericana y la industria del cine, pero solo para ofrecer a los cineastas recursos a la hora de elaborar guiones y mejorar los productos de entretenimiento. Realmente, algunas de las investigaciones científicas superan en espectacularidad a muchas películas. Sin embargo, no hubo discusiones entre buenas y malas películas, así que uno puede ver tranquilamente «2012» sin sentirse excesivamente avergonzado.

Yeoman dice que se mencionó el asunto de «2012» y que se discutió su desconexión con la realidad científica, pero que no hubo ninguna mención para darle el dudoso honor de ser la peor película de todos los tiempos. Al parecer, según publica la Sociedad Planetaria, lo que ocurrió con la difusión de esta supuesta lista se parece mucho al juego infantil del «teléfono escacharrado», en el que la idea fue entendida mal y se transformó «en algo muy alejado de la realidad»