Todos sabemos la importancia de la descendencia cuando de reyes y títulos se habla. Si un rey moría sin descendencia, su línea dinástica se perdía, y eso no podía permitirse. Tal era el problema que son muchos los casos en los que si no había descendencia legítima, se buscaba algún hijo ilegítimo que se hiciera cargo del título y las posesiones una vez muerto el padre.
Esto mismo le ocurrió al navarro Ramiro Sánchez, que viendo que su matrimonio no daba frutos, le pudo la impaciencia y se amancebó con la suerte de tener un hijo. Le puso a este el nombre de Sancho Ramírez y en un primer momento parecía que el destino iba a sonreír a este muchacho, bastardo.
Pero quiso la naturaleza que, aunque tardía, su mujer Ermesinda cumpliera como madre y le diera un hijo. El padre de ambos muchachos no dudo en ponerle a este nuevo hijo el mismo nombre que le había dado al anterior. Sin duda Ramiro Sánchez tenía claro el nombre que quería para su heredero, y una vez que tuvo uno legítimo, no le dio importancia al hijo concebido fuera del matrimonio, aunque fuera el mayor.
Por lo tanto, dos hijos con el mismo nombre. Uno, el mayor, bastardo. Otro, el menor, nacido dentro del matrimonio. Es obvio que el segundo fue el que heredó el reino.
Fuente: La gran aventura del reino de Navarra, de Juan Ramón de Andrés Martín y otros.
Ramiro Sánchez, dos hijos con el mismo nombre
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