Uno de los regalos de Navidad que recibí fue la nueva “Ortografía de la lengua española” que han elaborado las academias de las lenguas de España y América.
Muchos piensan que es como un diccionario. No lo es. Es como un libro de texto, un libro de reglas que abarca casi 750 páginas.
No me lo he leído entero pero, por lo menos, he podido detenerme en algunas cosas que pueden ser útiles a los que manejan cifras, términos económicos y geográficos.
Por ejemplo:
Los números. Cuando hay que escribir un número con más de tres cifras, no se debería usar el punto ni la coma, sino espacios separadores. Por ejemplo: 3 675 825. En el caso de los decimales, se debe usar la coma o el punto 3,56 o 3.56. Si el número es largo y tiene decimales, entonces el punto o la coma sólo se usan en los decimales: 3 675 825,67 (consultar la pág. 664).
Los números de teléfono se deben agrupar de tres en tres (si son móviles), o con separadores, si son más largos. Por ejemplo: 628 056 213. O bien. 00 502 2 663 85 94. Se hace de esta forma porque se ha descubierto que el ser humano tiene dificultades en leer números agrupados (pág 665).
En el caso de los que manejen documentos que citan lugares geográficos, se han aclarado ciertas cosas:
Algunas ciudades se escriben como siempre se han escrito: Pekín, por ejemplo. Es decir, la tendencia de la última década de escribir Beijing (como hacen algunos anglosajones) queda descartada.
En cambio, no deberíamos escribir con k o kh lo que debería hacerse con j. Dicen las academias “cuando el grupo kh represente el fonema velar fricativo sordo ‘j’, debe escribirse j en español: Batjín (y no Bakhtin), Jartum (y no Khartum), sij, (y no sikh).”
Otra cosa: Gengis Kan debe ser Gengis Jan. La “jota” se adapta mejor a la pronunciación original. Entiendo que esto ha sucedido porque en los países anglosajones y en Francia se usa la kh como j, y en España se había imitado esa grafía. (págs 622 y 648)
En el caso de manager, las academias proponen lo siguiente: se puede escribir como en el original, pero adaptándolo a nuestro sistema gráfico-fonológico.
Entonces, escribiríamos mánager, y lo pronunciaríamos como tal. O bien, escribimos mánayer, con lo cual se pronuncia más parecido al inglés, aunque su escritura sea un poco chocante. (página 617).
Los extranjerismos crudos deben escribirse en cursiva: establishment, flash, show… Supongo que eso afecta a todo el lenguaje económico tan habitual en la prensa especializada, desde cash flow asteering comittee. De todos modos, las academias insisten en usar las palabras españolas o, si existe la adaptación española, es mejor usarla así: espagueti por spagghetti; y estándar por standard.
¿Y qué hacemos con whisky? Algunos medios ya habían sustituido esa palabra por güisqui, pero no acababa de calar. Pues bien, las academias han aceptado que se escriba wiski, porque su grafía y su pronunciación se acercan más a la original (pág. 614)
Muchos piensan que es como un diccionario. No lo es. Es como un libro de texto, un libro de reglas que abarca casi 750 páginas.
No me lo he leído entero pero, por lo menos, he podido detenerme en algunas cosas que pueden ser útiles a los que manejan cifras, términos económicos y geográficos.
Por ejemplo:
Los números. Cuando hay que escribir un número con más de tres cifras, no se debería usar el punto ni la coma, sino espacios separadores. Por ejemplo: 3 675 825. En el caso de los decimales, se debe usar la coma o el punto 3,56 o 3.56. Si el número es largo y tiene decimales, entonces el punto o la coma sólo se usan en los decimales: 3 675 825,67 (consultar la pág. 664).
Los números de teléfono se deben agrupar de tres en tres (si son móviles), o con separadores, si son más largos. Por ejemplo: 628 056 213. O bien. 00 502 2 663 85 94. Se hace de esta forma porque se ha descubierto que el ser humano tiene dificultades en leer números agrupados (pág 665).
En el caso de los que manejen documentos que citan lugares geográficos, se han aclarado ciertas cosas:
Algunas ciudades se escriben como siempre se han escrito: Pekín, por ejemplo. Es decir, la tendencia de la última década de escribir Beijing (como hacen algunos anglosajones) queda descartada.
En cambio, no deberíamos escribir con k o kh lo que debería hacerse con j. Dicen las academias “cuando el grupo kh represente el fonema velar fricativo sordo ‘j’, debe escribirse j en español: Batjín (y no Bakhtin), Jartum (y no Khartum), sij, (y no sikh).”
Otra cosa: Gengis Kan debe ser Gengis Jan. La “jota” se adapta mejor a la pronunciación original. Entiendo que esto ha sucedido porque en los países anglosajones y en Francia se usa la kh como j, y en España se había imitado esa grafía. (págs 622 y 648)
En el caso de manager, las academias proponen lo siguiente: se puede escribir como en el original, pero adaptándolo a nuestro sistema gráfico-fonológico.
Entonces, escribiríamos mánager, y lo pronunciaríamos como tal. O bien, escribimos mánayer, con lo cual se pronuncia más parecido al inglés, aunque su escritura sea un poco chocante. (página 617).
Los extranjerismos crudos deben escribirse en cursiva: establishment, flash, show… Supongo que eso afecta a todo el lenguaje económico tan habitual en la prensa especializada, desde cash flow asteering comittee. De todos modos, las academias insisten en usar las palabras españolas o, si existe la adaptación española, es mejor usarla así: espagueti por spagghetti; y estándar por standard.
¿Y qué hacemos con whisky? Algunos medios ya habían sustituido esa palabra por güisqui, pero no acababa de calar. Pues bien, las academias han aceptado que se escriba wiski, porque su grafía y su pronunciación se acercan más a la original (pág. 614)
Para los que tengan dudas, lo mejor es dirigirse al capítulo sexto (La ortografía de las expresiones procedentes de otras lenguas). Página 595.