Un ensayo sociológico sobre el personaje de Telecinco la define como una 'matrioska' heredera de las telenovelas
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En una entrevista con el periodista y director Cameron Crowe, Billy Wilder soltó todos los sapos que guardaba contra la Academia de Hollywood por no haber premiado nunca a su fetiche Cary Grant, más que con el galardón honorífico de chocolate. El viejo director estaba harto de que los actores tuvieran que cojear o hacer de retrasados para ganar un Oscar, en clara alusión a Dustin Hoffman y su premio por el papel de autista en Ray Man(1988). "Nunca ven al tipo que se esfuerza al máximo y consigue que parezca fácil. No les basta con que abra un cajón con elegancia, saque una corbata y se ponga una chaqueta. ¡Hay que sufrir! Entonces te ven", explicaba el realizador de Irma la dulce (1963).
Quien no se emociona, no sale. La tiranía de la conmoción triunfa de la misma manera en la televisión más estridente de todos los tiempos, que entra en contacto con el lado sensible del espectador el que se pega al share y no lo suelta apelando a los gritos, la rabia, el insulto, la risa, el baile, el streeptease, las catástrofes, la burla, el chisme, el chiste, la lágrima, la risa de nuevo... al impulso ciclotímico que mata el aburrimiento. Una montaña rusa que Belén Esteban conduce, arriba y abajo, en su programaSálvame, de Telecinco.
Jungla de emociones
Adiós a la telenovela, hola al reality show' ciclotímico
"Estamos ante una mujer que, a través de un monólogo, va desgranando su queja como si estuviera en el patio de una corrala y las vecinas interrumpieran de tanto en tanto", escribe Miguel Roig, director creativo de la empresa de publicidad Saatchi & Saatchi, en el libro que Península colocará en las librerías en dos semanas: Belén Esteban y la fábrica de porcelana, y que está llamado a ser el más ruidoso de la entrada de la nueva temporada editorial.
Belén llora. "Yo prefiero que estés con rabia que llorando", apela Jorge Javier Vázquez. Y así, día a día, una peripecia nueva se suma a la trama contada en tiempo real, y lo curioso es que nunca pasa nada. Belén, la matrioska, utiliza todas las muñecas que lleva dentro para echarse a llorar, arengar al público contra un político y terminar con un paso de baile. Irresistible.
El fenómeno de las emociones disparadas no escapa a nadie: ¿Por qué la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, siente "mucha simpatía" por la protagonista de Sálvame? ¿Por qué le parece a la máxima autoridad cultural del país que la vida de Esteban es "muy especial", que "pocas personas podemos vivir situaciones como la que ella vive" y que "una película sobre su vida seguro sería apasionante"? Miguel Roig tiene una explicación al atractivo apasionante de la figura que representa Belén Esteban: ha construido un rol de "mujer fracturada emocionalmente que le permite dramatizar un pasaje de su vida sentimental". Esa capacidad de cambiar permanentemente le permite sobrevivir al melodrama. "Sálvame ocupa el espacio vacío de las telenovelas", aclara Miguel Roig.
‘Sálvame’ ocupa el espacio vacío de las telenovelas, pica en las emociones del público
Queda claro que el milagro novelesco que cada día alimenta la trama y entretiene de la misma manera que "se lee una revista en un viaje de metro" no acaba en la televisión, también interesa como carne de ensayo. Acompañando al texto de Roig, aparece el prólogo del francés Christian Salmon, autor de Storytelling y Kate Moss Machine, en definitiva, el ojo más suspicaz para analizar los símbolos ocultos de las figuras más públicas. De hecho, el pasado abril, a su paso por España para promocionar el libro en el que desmenuza a la modelo, hubo informaciones erróneas que le señalaron como el autor del libro que estaba acabando Roig. "El origen, una simple equivocación de una periodista que confundió el encargo del prólogo con el del original", cuenta Salmon en la entrada de Belén Esteban y la fábrica de porcelana. Así fue como Belén conquistó Francia, por error y a todo titular.
Alguien que nos defienda
La audiencia ha encontrado a su fiel protectora.
Sólo hay una princesa del pueblo, pero entre Diana de Gales y Esteban hay semejanza: ambas utilizaron sin complejos los medios para dar una versión propia de sus "desórdenes sentimentales". Construyen un personaje que es una máquina de generar empatía con la audiencia porque ambas se alineaban con los suyos, los súbditos y los espectadores. Si una contó su vida en la BBC, la otra lo hace en Telecinco.
Pero hay diferencias, como explica Roig: "La compasión, la solidaridad y el activismo son los materiales con los que Diana construye su rol [...] Diana es ubicua: donde hay una causa, ella va. Belén Esteban está inmóvil: no se mueve del plató y todo lo que cuenta es sobre su propia vida".Está quieta y conecta con la audiencia: ella es como ellos.
Pero ella logra superar cosas con las que ellos chocan, por ejemplo, la arbitrariedad de las administraciones públicas. A los pocos días de denunciar en el programa que una amiga suya estaba siendo estafada por una empresa inmobiliaria que construía sobre terreno público, Esteban y la amiga son recibidas por Juan Van-Halen, viceconsejero de Vivienda y Suelo de la Comunidad de Madrid. En otro momento, durante la emisión, en la pantalla se leía: "Belén Esteban For President", y ella sobre una tarima reclamando a Zapatero acabar con la corrupción, con el paro, quitar dinero a las multinacionales para dárselo "a la gente que lo necesita": "Rapidito y que no seamos conejos de Indias".
El mundo encantado de Belén Esteban es "un cuento de hadas ‘trash’", escribe Miguel Roig
Esteban ocupa el espacio vedado al ciudadano que no tiene manera de expresarse de "forma directa y exponer su descontento, sus necesidades, sus reclamos". "Esteban se manifiesta en nombre de su audiencia dirigiéndose a una clase política sorda al reclamo ciudadano", resume el autor del ensayo.
La mejor estrategia
Que la fuerza de tus afectos te acompañe en tus éxitos
El espectáculo sórdido de la vida sin tapujos, de las experiencias privadas listas para satisfacer la necesidad de ver sin ser vistos, ha convertido la televisión en un supermercado audiovisual. Los reality shows proliferan en las cadenas, se clonan los unos a los otros, sin embargo la televisión es clemente, como todas las Iglesias, "perdona a los pecadores, no a los ateos", como señala Salmon.
La herejía es no saber quién es Belén Esteban, después de las casi 20 horas semanales de directo que Telecinco dedica al mito. La investigadora María Lamuedra Graván, que fue pionera en estudiar la cuestión de Belén Esteban allá por 2005, con el estudio Formatos híbridos y melodrama en televisión. El caso de Belén Esteban como heroína postmoderna, entiende la telenovela como un género deudor del melodrama y el folletín, y antecedente directo de los formatos que giran alrededor de los shows de telerrealidad.
Es decir, Sálvame, la nueva telenovela, pica las emociones del personal y les propone acudir a cada entrega para participar de la vida de los personajes."Es una obra abierta al futuro, sin final, que sucede de forma paralela a la vida de los televidentes", explicaba Lamuedra para señalar la clave de telenovela moderna de estos programas. "Al igual que en la telenovela, en la que el público quería ver qué sucedía a los protagonistas y cómo evolucionaba la trama, en Sálvame se espera ver qué le ocurre hoy a Esteban", añade Roig.
Antes del “yo ma-to” y del “pollo” de Andreita, le bastó con muy poco para acceder a la fama
Sin embargo, todas esas emociones impiden ver los árboles y el fondo humano del personaje de Esteban. Porque las únicas herramientas con las que cuenta para significarse son eso, las emociones. Pero como dice Christian Salmon, nadie está libre de ellas en nuestra estrategia vital: "Somos seres condenados a hacer uso de nuestras capacidades y afectos con el fin de ofrecer la mejor imagen de nosotros mismos".
La virgen digital
Del anonimato a la fama en menos de 15 minutos
En su breve repaso a la figura del personaje, Christian Salmon lanza una descripción definitiva: "Una virgen digital, intercesora ante el dios ausente, María Magdalena del culto catódico, a la vez madre y puta, pitonisa y pecadora, hada que se invoca y bruja que esperamos ver en la pira...". El autor francés apela a la fascinación que siente el espectador por la "brujería capitalista", esa que logra que personas insignificantes accedan a la notoriedad para convertirse en leyenda viva.
El mundo encantado de Belén Esteban es "un cuento de hadas trash", en el que "cada día la pobre cenicienta abandonada por su torero se convierte en una princesa del pueblo" que esgrime su brazo vengador contra los ricos y los poderosos. Momento que aprovecha Roig para compararla con la misma fuerza narrativa de la presencia alarmante de Tejero armado en el Congreso de los Diputados. Antes del "yo ma-to", del "pollo" de Andreita y del "ni que fuera yo Bin Laden", a Belén Esteban le bastó con muy poco para acceder a la fama. Mucho menos del baremo que Andy Warhol había marcado 50 años atrás: para el padre del pop hacían falta al menos 15 minutos. Para la ración de fama a la que todos podemos aspirar hoy hace falta mucho menos; hoy en 15 minutos cuentan la vida de todos los vecinos de un edificio del barrio de San Blas, por ejemplo, y luego los meten en una casa en Guadalix. Con unos segundos basta para el estrellato.
Y con muchos menos para estrellarse: "Porque yo tampoco pienso estar toda la vida en televisión. Gracias a dios mi marido tiene un trabajo, y un negocio, es camarero", dijo Belén Esteban el pasado noviembre, preparándose públicamente para lo que el público espera desde su nacimiento como estrella audiovisual. Quizás, como señala Miguel Roig en su estudio, el personaje confiesa el "agotamiento de la tiránica empresa de dotar de contenido con su propia vida horas y horas de emisiones en directo". Así, como en un cuento absurdo, la protagonista obtendría lo que desea una vez cumplió su primer sueño: volver a una vida con una retribución económica y emocional tan injusta como la que tiene su audiencia.