
Habían registrado un buen número de cuerpos haciendo acopio de relojes, joyas y todo lo que les parecía de valor cuando se toparon con un oficial de coraceros con su bonito uniforme. Puestos a registrar se llevaron la sorpresa de su vida: aquel oficial de coraceros era en realidad una mujer.
De acuerdo al lugar en el que estaba el cadáver y a su posición, la única explicación posible era que aquella dama había cargado en la batalla como parte de la caballería francesa. Esto es lo único que se sabe de aquella mujer. No se conoce su identidad ni hay explicación para su participación en la carga, pero esta historia se ha narrado durante siglos, desde el día siguiente a la batalla de Waterloo.
Fuente: Military's strangest campaigns and characters, de Tom Quinn