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Correspondencias cruzadas

de Enigmítica

A comienzos del siglo XX, un grupo de investigadores ingleses pensaban demostrar por medio de un curioso fenómeno la existencia de una vida después de la muerte. Este fenómeno se denomina, aunque de forma no muy precisa, "correspondencias cruzadas". Se trata de mensajes recibidos a través de médiums, sobre todo por la vía de la escritura automática, que por sí mismos suenan fragmentarios e incomprensibles. Pero si se comparan con los textos de otros médiums, aparecen curiosamente elementos coincidentes y complementarios. Los textos muestran entonces su significado, como si se compusiera un mensaje a modo de rompecabezas tomando como punto de partida las transcripciones independientes de diversos médiums.

MENSAJES REPARTIDOS

Éste efecto lo descubrió Alice Johnson, la secretaria de la Society for Psychical Research del Reino Unido. Estudiando textos de diversos médiums le llamaron la atención curiosas coincidencias. Descubrió alusiones de un médium al texto de otro, las mismas expresiones poco comunes o idénticas referencias a la misma fuente literaria, etc. Por ejemplo, el 8 de abril de 1907, la señora Piper habló, cuando se encontraba en trance en Londres, de una "luz en el este". Ese mismo día, tres horas más tarde, en Cambridge, la señora Verrall escribió, entre otras cosas: "Rosado es el este, etc. Verás que has escrito un mensaje para el señor Piddington, un mensaje que no has entendido, pero él sí lo ha entendido". Y también en la misma fecha, una tercera médium, la señora Holland, describió en Calcuta un cielo extraordinario, en el que el sol poniente hace que el este "brille tan bello como el oeste".
John George Piddington (1869-1952), mencionado en uno de los escritos, se propuso, junto con otras personas, aclarar las enigmáticas coincidencias entre unos y otros. Los estudiosos sospechaban, vista la complejidad de los mensajes y la aparente necesidad de que hubiera un plan intelectual subyacente, que detrás de las manifestaciones coincidentes debía de haber un difunto determinado. No un difunto cualquiera, por supuesto, sino algún importante erudito que en vida estuviera interesado en la cuestión de la "vida después de la muerte" y que para demostrar su identidad introdujo en los textos pasajes poco conocidos de la literatura clásica, para transmitirlos después de modo fragmentario a través de diversas médiums.


MÉDIUMS Y ERUDITOS

Entre las numerosas automatistas que participaron en los prolongados experimentos figuran Eleonore Piper, Helen Verrall, Edith Lyttelton y otras dos médiums conocidas que firmaban con seudónimo: la señora Holland (Alice Kipling Fleming) y la señora Willett (Winifred Margaret Coombe-Tennant). Los mensajes que supuestamente habían recibido de modo fragmentario desde el más allá fueron atribuidos a destacados miembros fallecidos de la Society for Psychical Research, como por ejemplo el filósofo Henry Sidgwick (1838-1900), el filósofo y filólogo Frederic W. H. Myers (1843-1901), el profesor de filología clásica de Cambridge Arthur Woollgar Verrall (1851-1912) y el metonomástico de Edimburgo Samuel Henry Butcher (1850-1910). En los textos había enigmas que tenían que ver con temas especializados de la arqueología y que las médiums desconocían. Por supuesto que tampoco comprendían el sentido de los fragmentos altamente complejos.

LA OREJA DE DIONISIO

Un célebre caso de correspondencia cruzada irrumpió en la literatura con el título de "La oreja de Dionisio". Con este apelativo se conoce una gruta cerca de Siracusa, que es como una galería de los murmullos. Dionisio, el tirano de Siracusa, solía encerrar allí a prisioneros para espiarles, escuchando a escondidas los planes de sus cautivos, gracias a su perfecta acústica. Se dice que el difunto A. W. Verrall repartió entre diversos médiums, desde el más allá, un texto enigmático compuesto de fragmentos que se referían a la gruta y en el que aparecían numerosos tecnicismos propios de la arqueología. Solo si se juntaban las diversas comunicaciones era posible descifrar su sentido. El trasfondo era el hecho de que una vez Verrall, estando vivo, se había burlado de una señora porque esta no conocía la historia de la "oreja de Dionisio".
También alcanzó la fama el caso "Hope, Star and Browning", cuyo autor en el más allá fue supuestamente el filólogo Frederic Myers (1843-1901).
Dado que Myers fue en vida un gran admirador del poeta Robert Browning, reveló al parecer su identidad repartiendo extraños fragmentos de mensajes que guardaban relación con diversos poemas de Browning (entre otros, destacan los poemas el "Abad Vogler" y "El flautista de Hamelin").

LAS CORRESPONDENCIAS CRUZADAS EN EL BANCO DE PRUEBAS

Para calibrar la validez de las coincidencias descubiertas en las correspondencias cruzadas, Christopher Moreman, del departamento de ciencias de la religión de la Universidad de Gales, decidió en el año 2001 llevar a cabo un contraexperimento. Puesto que las manifestaciones de los médiums suelen ser vagas e inconexas, hizo componer textos formados por pasajes escogidos al azar de obras literarias. Moreman hizo que un grupo de estudiantes graduados en literatura inglesa comprobaran dichos textos artificiales. Y en efecto, estos descubrieron más de treinta coincidencias casuales. Algunas de estas coincidencias eran tan asombrosas que incluso se dudó si los textos habían sido escogidos al azar. Esto significa que es posible obtener similitudes del mismo tipo que las correspondencias cruzadas mediante textos aleatorios cuando son examinados por un conjunto de expertos inteligentes, sin tener que recurrir para ello al más allá ni tampoco a alguna compleja relación telepática.
Todo esto nos hace formularnos una pregunta. Si realmente los eruditos mencionados contactaron con esas médiums, ¿por qué limitarse a dejar "pistas"? ¿Por qué no identificarse directamente?
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