de Desencadenado
Os contaré una historia, que a mi me ha hecho reflexionar. Probablemente a muchos os sonará el nombre de Robert Capa, famoso entre otras cosas por la fotografía de un miliciano cayendo muerto en la Guerra Civil.
Capa era en realidad el seudónimo de una pareja de fotógrafos, formada por el húngaro Ernest Andrei Friedmann y la alemana Gerda Taro. A mediados de los años 30 ambos intentaban vivir de su trabajo en París, pero sus trabajos eran a menudo rechazados y siempre poco valorados. Así que se les ocurrió inventarse a un fotógrafo estadounidense, al que llamaron Robert Capa, y duplicaron el precio que pedían por sus imágenes. La operación tuvo éxito, y los mismos que antes rechazaban los trabajos de Friedman y Taro compraban los de Capa por mucho más dinero.
¿Qué quiere decir esto? Que el precio de nuestros servicios depende en gran medida de la percepción que el cliente tenga de nosotros. Por eso muchas veces la humildad y los precios bajos son una receta segura para el fracaso. Aunque estés empezando, debes hacerte valer y establecer unos precios que a ti te permitan vivir con dignidad y al cliente asegurarse de que lo que está contratando tiene calidad.
Para conseguirlo, como Friedman y Taro, tienes que aportar a tu oferta algo que la distinga, y que refuerce la percepción de calidad. Si no puedes hacerte pasar por yanki, piensa qué puedes hacer para que tu cliente potencial perciba todo el valor de lo que le estás ofreciendo.