Como hice en Navidades (y como ha hecho ayer Jesús F-V), aprovecho que son vacaciones (en Inglaterra) para hacer una entrada un poco más ligera – en este caso para discutir el modelo de negocio de los piratas somalís y contaros un poco sobre la economía de las organizaciones.
Un reciente informe de Naciones Unidas documenta el modelo de negocio de los (de acuerdo con la ONU) muy exitosos piratas somalíes:
Aunque el liderazgo de las redes de piratas sigue anclado en Puntland y el centro de Somalia, la participación en las milicias marítimas y la inversión en las actividades de piratería alcanza a buena parte de la sociedad de Somalia. El modelo de negocio garantiza a todos los participantes en la operación, si tiene éxito, un porcentaje bien definido de los el dinero del rescate.
Las operaciones de piratería requieren un mínimo de ocho a doce de los milicianos preparados para permanecer en el mar durante largos períodos de tiempo, con la esperanza de secuestrar un buque que pase.
Cada equipo requiere un mínimo de dos lanchas de ataque, armas, equipo, provisiones, combustible y, preferentemente, un barco de suministro.
Los costes de la operación suelen ser sufragados por los inversores, algunos de los los cuales también pueden ser piratas.
Para ser elegible para el empleo de pirata, un voluntario debe poseer un arma de fuego para su uso en la operación. Por esta “contribución”, recibe una acción de clase” A “de los beneficios. Aquellos piratas que proporcionen una lancha o un arma de fuego pesada, tendrían derecho a una acción adicional de clase A.
El primer pirata en llegar a bordo del buque secuestrado también puede tener derecho a una acción adicional de clase A. Al menos otros 12 voluntarios son reclutados como milicianos para proporcionar protección en tierra en caso de secuestro de un buque. Además, cada miembro del equipo pirata puede traer un amigo o un familiar para ser parte de esta fuerza terrestre.
Los milicianos que se quedan en tierea deben también poseer su propia arma, y reciben una acción de clase ‘B’ – generalmente una cantidad fija equivalente a aproximadamente EE.UU. $ 15.000.
Si el buque es secuestrado, los piratas y los milicianos necesitan comida, bebida, ropa fresca, móviles, tetc
La tripulación que ha sido capturada también necesita ser atendida. En la mayoría de los casos, los servicios son proporcionados por uno o más proveedores, que anticipan los gastos en previsión de que se produzca el reembolso, con un considerable margen de beneficio, cuando finalmente se pague rescate.
Cuando se recibe un rescate, lo primero que se paga son los costes fijos, que incluye:
• Reembolso a los proveedores (s)
• Pago a los financiadore (s) y / o inversore (s): 30% del rescate
• Pago a los ancianos locales: 5 a 10% del rescate (derechos de anclaje)
• Acciones Clase B (aproximadamente 15.000 dólares cada uno): milicianos, intérpretes, etc
El importe restante – el beneficio – se divide entre los accionistas de clase A.
Un punto interesante de la descripción de la organización es la diferencia entre la compensación de los piratas que abordan el barco y los milicianos que se quedan en tierra. Los primeros son compensados con acciones (clase A) mientras los segundos reciben una cantidad fija (Clase B). ¿por qué? ¿Por qué los agentes que toman más riesgo tienen compensación más variable?
La literatura sobre incentivos (a la que he contribuido en varios trabajos, entre otros uno-Referrals American Economic Review 2004- de nuestro colaborador en NadaEsGratis Tano Santos) tenía como predicción básica (ya en la excelente tesis doctoral de Bengt Holmstrom de 1979) que el límite de los incentivos era el riesgo: si a un agente le compensamos de forma variable, le hacemos responsable, en parte, del riesgo que no controla (la mala suerte), y esto disgusta al agente, con lo que hay que compensarle más a cambio. Se sigue que (manteniendo el resto constante) donde hubiera más riesgo no controlado deberíamos observar menor uso de incentivos. Esto es lo contrario de lo que observamos con los piratas.
La evidencia empírica (revisada por Canice Prendergast en un fascinante artículo de 1999 que sirve de inmejorable introducción a esta literatura), sin embargo, muestra que lo que observamos en los piratas es más cercano a la realidad: donde vemos más riesgo observamos mayor uso de compensación variable. ¿Por qué? La explicación, pensando en los piratas somalís, la ofrece y generaliza el mismo Canice Prendergast (aunque algo parecido estaba presente en un trabajo previo excelente de Jensen y Meckling) en un artículo titulado “The tenuous tradeoff between Risk and Incentives”. El que diseña los incentivos (“principal”) puede supervisar y medir los inputs (e.g. las horas de trabajo) o los outputs (e.g. la cantidad producida). Elige supervisar los inputs cuando sabe lo que hay que hacer (vigilar a los presos, por ejemplo) y elige supervisar los outputs y compensar en función de los outputs cuando el principal no puede observar los inputs. La clave es que coincide que es precisamente cuando el riesgo incontrolado es mayor cuando también las decisiones son más difíciles de monitorear y hace más falta delegar y medir outputs: los piratas son los que tienen que decidir si se la juegan yendo a por un barco grande, bien protegido, pero caro, o si toman decisiones más conservadoras. Los que se quedan en tierra pueden tener que hacer un esfuerzo, pero no tienen que tomar decisiones sobre cuánto riesgo tomar. Y es por eso que observamos que es precisamente cuando el riesgo es mayor, cuando los incentivos son mayores.