de Curistoria
Esta mañana leía un artículo de Jesús Cacho en El Confidencial que se titulaba “El martes negro de Don Tancredo”. Y sirva esta excusa para contarles quién era Don Tancredo y con qué sentido se utiliza su nombre.
No está muy claro quién fue el Don Tancredo original, pero parecer ser que fue un novillero que allá por finales del XIX o comienzos del XX comenzó a hacer la suerte taurina que hoy se conoce con este nombre. Realmente más que suerte es espectáculo, sin duda. El individuo que representa el Don Tancredo se viste enteramente de blanco, se pinta la cara también de este color y se sube a un pequeño pedestal en medio de la plaza. Ya saben ustedes que en los lances taurinos la quietud es virtud. Pues en este caso, la quietud lo es todo.
El personaje se queda quieto, totalmente inmóvil en su pedestal y entonces es cuando sacan al toro a la plaza. Este suele enfilar aquello que ve en el medio de la plaza, pero va parando su trote al ver que no hay reacción a su acercamiento y llega a la figura al paso. La olisquea y al comprobar que no se mueve, se aleja. Esta es la suerte del Don Tancredo. Esto es lo que pasa habitualmente o lo que se espera que pase. En ocasiones, bien porque el toro no ve del todo correctamente, bien porque el toro está cegado por el sol al salir de los chiqueros, bien porque el Tancredo no es del todo inmóvil o porque el toro suelta un topetazo “por si las moscas”; en ocasiones, decía, la cosa no acaba bien.
Este es el origen taurino del personaje, que tiene más aplicaciones de las que nos gustaría. Hay Don Tancredos en política y en el ámbito laboral. En cualquier parcela en la que alguien en lugar de “agarrar el toro por los cuernos” (otra metáfora taurina) se queda quieto esperando a que el problema pase de largo, tenemos un Don Tancredo. En el ámbito laboral los hay a puñados.
Por cierto, segunda entrada en unos días en la que hay una referencia empresarial o laboral detrás de la Curistoria. Quizás ha llegado el momento de escribir un libro sobre “Lecciones de la historia en el mundo de la empresa” o “Chascarrillos históricos aplicados al mundo laboral”. ¿Alguna editorial me compra la idea?