de FÚTBOL: FENÓMENO DE FENÓMENOS
En el libro "Fútbol: Fenómeno de Fenómenos" dediqué un epígrafe con el título: "Real Madrid-Barça: un clásico de macrocifras". Se refería ese evento al celebrado en el Bernabéu el 19 de noviembre de 2005. Lo que allí se decía es plenamente replicable al de hoy. Decía así:
"Los Real Madrid–Barcelona no son partidos normales. Trascienden lo deportivo y se convierten en un auténtico fenómeno social seguido por multitudes en los cinco continentes. Los aficionados esperan estos enfrentamientos como agua de mayo y varias semanas antes del choque los medios de comunicación se preocupan de preparar el ambiente. Hasta los diputados parlamentarios participan en la clásica “porra” organizada por los periodistas que cubren la información en el Congreso de los Diputados y hasta allí se desplazan las cámaras de televisión para grabar a sus “señorías” con el bolígrafo en mano para escribir su pronóstico del partido.
Las cifras manejadas en un encuentro de este tipo –tomamos como ejemplo el del 19 de noviembre de 2005– son espectaculares a todos los niveles. Cuando los partidos se disputan en la capital, sólo en la entidad blanca trabajan más de 1.500 personas que cuidan hasta el mínimo detalle para que todo transcurra según lo previsto.
La seguridad es uno de los apartados más delicados en estos partidos por la rivalidad entre ambos conjuntos. Alrededor de unos 230 vigilantes y 707 Auxiliares están al tanto de cualquier incidencia. La coordinación con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es máxima. Otros 400 policías nacionales y más de 120 municipales velan por el orden. Además hay que sumar entre 12 y 14 efectivos a caballo junto a entre 6 y 8 perros policía. En estos partidos se requisan alrededor de 1.500 tapones de plástico y unas 1.100 latas de bebidas, junto a otros objetos susceptibles de ser lanzados al terreno de juego. Se registran unas 10.000 mochilas, 5.000 bolsos y otras tantas bolsas de plástico. 5 miembros de seguridad vigilan cada una de las 57 puertas del Estadio.
Se pueden llegar a emplear más de 50 inhibidores de frecuencia, que en momentos puntuales llegan a afectar a los más de 30.000 teléfonos móviles que pueden utilizarse un día de partido. Por esa razón, el Club es pionero en la utilización de transmisores tetradigitales, un sistema de comunicación más seguro y moderno (que necesita la instalación de 20 señales de antenas), aunque también se siguen utilizando los teléfonos móviles y los tradicionales walkies. En total, más de 300 transmisores, que en un partido como el del Barcelona pueden realizar más de 60.000 transmisiones de datos. Se calcula que los 50 responsables de seguridad pueden recorrer un total de más de 200 kilómetros por todo el estadio.
Existen 350 cámaras de seguridad distribuidas por todo el Estadio, controladas desde la UCI (Unidad de Control Integral). Las puertas se abren y se cierran en apenas 4 segundos. Incluso si se fuera la luz, existen 60 pulsadores que liberan los tornos de forma manual. También hay 60 sirenas que lanzan destellos. La seguridad del Estadio es impecable. Durante el desalojo producido por amenaza de bomba en el partido Real Madrid–Real Sociedad del 12 de diciembre de 2004, se probó que en apenas 7 minutos, los 80.000 espectadores habían salido fuera del Estadio. Hubo zonas que quedaron vacías en poco más de 2 minutos.
Estos partidos, denominados de “alto riesgo”, hacen que los servicios sanitarios estén alerta ante cualquier problema médico que acontezca. Se destinan 60 miembros de la Cruz Roja a cubrir el evento y 10 miembros más de protección civil. En las inmediaciones del Santiago Bernabéu hay ubicadas 6 ambulancias y 6 UVIS móviles del Samur. Por todo el Estadio hay distribuidas 6 clínicas avanzadas con dotación médica de la Cruz Roja, y coordinadas por los Servicios Médicos del Real Madrid. En un partido normal, se suelen atender entre 5 y 10 asistencias.
El palco presidencial, donde se dan cita las autoridades, tiene capacidad para 307 personas. Por su parte, los “Palcos VIPS”, la zona más exquisita del estadio, reúnen a 4.500 personas. A estas ubicaciones se accede por los 12 ascensores panorámicos atendidos cada uno de ellos por 12 ascensoristas. En esta área trabajan 320 azafatas, 130 camareros y 20 cocineros. El consumo medio en estos partidos es de: 40 jamones, 80 lomos, 10.000 canapés, 4.600 mini–chapatas, 200 kilos de almendras, 150 kilos de patatas fritas, 6.000 pasteles o 250 litros de café y 250 litros de leche. Los asistentes ensucian unas 20.000 servilletas de papel. El abastecimiento de las neveras de los palcos tarda 2 días en realizarse y a cuyo frente están 25 personas. El mismo día del partido se distribuyen 500 kilos de hielo. Por si amenaza lluvia, el club cuenta con 3.000 chubasqueros para que ninguno de los inquilinos de esta zona se moje.
En el resto del estadio hay 70 bares distribuidos a los que hay que añadir la barra de la pizzería. 230 personas en total atienden estos servicios. Entre un 15% y 20% de los espectadores suelen pasar por sus barras. 50.000 unidades de refrescos, entre 3.500 y 4.000 bocadillos, y 7.000 bolsas de palomitas y de patatas fritas, entre otros productos, están dispuestas para ser servidas. También se venden unas 1.000 porciones de pizzas y otros 1.000 hot–dogs.
En cada partido hay 80 vendedores de almohadillas, situados estratégicamente en 50 puntos diferentes del Estadio. Hay 1 empleado de limpieza en cada uno de los 130 aseos del campo. Se emplean en torno a 800 rollos de papel higiénico y más de 200 litros de jabón de mano. Otros 20 empleados más cuidan de la limpieza de asientos, galerías, y otro tipo de mobiliario.
En cada partido se acumulan 20.000 kilos de basura, que se encargan de recoger entre 50 y 60 operarios, conocidos cariñosamente como los “cazafantasmas”. Hay distribuidas 1.200 papeleras que suelen almacenar unos 8 kilos de residuos en un día de partido.
4 jardineros trabajan desde primera hora de la mañana para que la “alfombra verde” esté en perfecto en estado. Sus funciones incluyen: segar, regar, pintar las rayas, fijar las redes en las porterías, limpiar los alrededores, y controlar la calefacción del césped. Para pintar las rayas del campo –antiguamente se utilizaba cal pero se suprimió porque quemaba la piel de los futbolistas–, se utilizan entre 30 y 50 litros de pintura plástica de color blanco.
En la zona privada de los vestuarios, está todo dispuesto para que los protagonistas del partido puedan reponer fuerzas al final de los primeros 45 minutos y una vez acabado el partido sin faltarles de nada. Entre el vestuario local y visitante se distribuyen conjuntamente: 100 litros de agua, 200 brick de zumos y refrescos, 8 litros de café, 8 litros de té, 16 litros de leche, y varias bandejas de frutas. Tres vigilantes privados se encargan de que nadie sin autorización pueda entrar en esta zona.
Para el árbitro, los dos linier y el cuarto árbitro encargados de dirigir el encuentro se disponen: 1 cesta de frutas, 20 botellas de agua, 20 brick de zumos, 5 litros de yogurt, 1 litro de café, 1 litro de té, 2 litros de leche, y unas bandejas con sándwiches y pasteles. Tienen a su disposición 14 toallas y un masajista si lo necesitan.
La entrada al Estadio de los espectadores se produce a través de 316 tornos cuya apertura tiene lugar una hora y cuarto antes del pitido inicial. La funcionalidad de los tornos permite la entrada de 80.000 personas en quince minutos. En cada puerta hay una terminal telefónica conectada con la UCI que permite comunicar cualquier incidencia.
La iluminación es otro de los detalles que hay que cuidar minuciosamente. Para alumbrar el terreno de juego son precisos 1.000 kilowatios, el equivalente a 10.000 bombillas “caseras” de 100 watios. Si fuera necesario encender los 1.240 radiadores de los que dispone el estadio se emplearían 400 m3 hora de gas que permiten que la sensación térmica de los espectadores se incremente entre 10 y 12 grados. En el partido también se consumen 140 m3 de agua, o lo que es lo mismo, 140.000 litros.
Las labores de mantenimiento corren a cargo de 8 personas (cerrajeros, fontaneros, peones…) más 6 electricistas preparados para solventar cualquier contingencia. De media se rompen unas 30 butacas por partido. Además, hay 3 técnicos que se encargan de los ascensores, 1 de megafonía, 2 para la climatización, 2 para la sala de calderas y para la calefacción de gradas y terreno de juego, así como 2 encargados que coordinan al personal que conduce las instalaciones, y 4 técnicos para los más de 680 televisores repartidos por todo el estadio.
La nueva megafonía del Estadio, estrenada en abril de 2005, cuenta con los últimos adelantos en sonido. Está compuesta por 18 cluster de 150 kilogramos de peso con una potencia de 103 decibelios, el equivalente a 50.000 watios de potencia. Este moderno sistema garantiza que la calidad de sonido sea homogénea en todo el Estadio. El volumen se adapta automáticamente al número de los espectadores que hay en el campo, incrementándose a medida que aumenta el número de espectadores. Otra novedad es la de incorporar el sonido ambiente a los palcos privados, de tal forma que aunque estén cerrados por cristaleras, reciben los sonidos del Estadio como si estuvieran al aire libre.
Los utilleros, 4 en total para la primera plantilla, son los encargados del material y la sombra de los jugadores. Se preocupan de que ningún detalle se escape y atienden las manías de los futbolistas –cada uno tiene las suyas– con mucho mimo. Para cada partido preparan 17 bolsas de material deportivo que pesan 20 kilos cada una; en total, 340 kilos compuestos por: botas (50 pares de taco y 22 pares de goma); cordones de botas (3 rollos); espinilleras (30 pares); medias (50 pares); calcetines (50 pares); calzoncillos: 50 pares; pantalones (2 juegos del dorsal 2 al 46, para todos los inscritos, en previsión de una baja o incorporación de última hora); camisetas (2 juegos del dorsal 2 al 46 de manga corta, y los mismos de manga larga); camisetas interiores (30 de manga corta, 30 de manga larga y 30 de tirantes); calentadores (20 blancos y 20 negros); chubasqueros (40 unidades); chandals de calentamiento (40 unidades); plumas (40 unidades); chandals de hotel (40 unidades); polos de hotel (40 unidades); zapatillas de hotel (40 unidades); brazaletes de capitán (5 azules y 5 blancos); brazaletes de luto en forma de cinta aislante (3 rollos); gorros (40 unidades); guantes (40 pares); sudaderas (40 pares); camisas y pantalones de portero (6 por portero, en 3 colores); camisetas de calentar (40 unidades); mallas blancas (40 unidades); petos de calentamiento y banquillo (15 unidades); toallas (120 unidades); chanclas (30 pares); sacos de montaña (15 unidades); tacos (400 de 4 medidas distintas, y 100 tacos de Adidas. La bolsa de tacos lleva también llaves de tacos, grasa para potas y cepillos).
El club cuenta con 10 personas (4 parejas y 2 responsables) dedicadas al control de calidad. Su misión consiste en recorrer el Estadio y anotar cualquier anomalía que pueda haber. Posteriormente, el club estudia y corrige cada incidencia para ofrecer el mejor servicio a los aficionados.
Existe una persona dedicada exclusivamente a la cubierta móvil que se pone en funcionamiento en caso de lluvia. Este técnico controla las condiciones climáticas: no se activa si nieva o si el viento es superior a los 28 nudos.
Más cifras. El delegado de campo dispone de 14 balones para el partido. Cada equipo tiene otros 10 más para realizar los calentamientos. 15 recogepelotas se encargan de que cada vez que el balón sale del terreno de juego se pierda el menor tiempo posible. Tiene 4 banderines para los córners y 2 más de recambio, todos de color blanco. También hay 6 banderines de repuesto de color rojo que nunca se han utilizado. En el túnel se guardan las 2 porterías de repuesto, así como otras 2 redes, también de repuesto (suelen cambiarse todas las temporadas). Aunque sólo utiliza un tablón eléctrico de cambio, tiene otros 3, de repuesto. Al banquillo del delegado de campo se llevan 2. Estos tablones hay que recargarlos todos los partidos. El delegado también tiene banderines, brazaletes y pulsadores electrónicos para los árbitros, por si los colegiados los necesitan (alguna vez se han necesitado).
La asistencia de peñas madridistas a este clásico también batió cifras. Hasta ese momento el récord estaba en 1.222. Ese día se elevó hasta 1.304, 23 de ellas procedentes del extranjero y 1.281 establecidas en España.
La cobertura televisiva del partido alcanzó a 51 países de los cinco continentes seguido por más de 1.000 millones de telespectadores. Más de 100 personas se encargaron de repartir antes del duelo 70.000 banderitas entre las butacas del estadio para formar un gran mosaico a la salida de los jugadores al césped".
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