PULSAR   1  de arriba para cerrar pestaña

X FECHAS


PULSAR   1  de arriba para cerrar pestaña


PULSAR   1  de arriba para cerrar pestaña

x orden alfabetico

ENLACES

*

*


PULSAR   1  de arriba para cerrar pestaña

+ vistas


PULSAR   1  de arriba para cerrar pestaña


PULSAR   1  de arriba para cerrar pestaña

varios


Contador Gratis
relojes para blogger html clock for websites contador de usuarios online
PULSAR   1  de arriba para cerrar pestaña

Borracho, cojo y enano

Martes, 8 de Octubre de 2002
NoticiaCORNADA DE LOBO
Borracho, cojo y enano
FirmaPedro García Trapiello
http://www.diariodeleon.com/se_sumario/noticia.jsp?CAT=264&TEXTO=100000000048
-----------------------------------------------------------------

 Polvo eres y en barro te convertirás.

 La tierra pisada se alza en muros y tapiales.

 La tierra secada al sol se hace ladrillón de adobe.
 
La tierra es el más inteligente material de construcción.
 
La tierra congregó estos días en León a expertos y arquitectos en la arquitectura tradicional del barro y coincidí con algunos tomando un café y expresándoles mi extrañeza por el flirt que Gaudí hubiera podido tener con la arquitectura y la cultura del adobe.
 
Extrañados, a su vez, de mi lega incredulidad o de mi chufla, les maticé: no pudo Gaudí salir bien parado de sus exploraciones con el barro pisado porque jamás tuvo con él los tres operarios imprescindibles que son necesarios para hacer un buen tapial, un muro solvente de tierra y, después, adobe.

Esto es: según la norma popular que se hereda en las tierras de barreal, para levantar un tapial contra los siglos se requieren tres personas, a saber, un borracho, un cojo y un enano saltarín.

Mis contertulios me miraron con cierta coña, como si les estuviera tomando el pelo.
Y me expliqué:
Un borracho, porque se necesita alguien con aversión al agua para que empape la tierra con lo justo, que ha de ser más bien escaso, pues de lo contrario se arriesga el fraguado y la consistencia.
 
Un cojo, para que traiga los serones de tierra con mucha calma y parsimonia, nada de prisas, que la cosa lleva su tiempo y su rito; aquí no vale el «aguantai, aguantai y andate vivo».
 
Y finalmente, un enano saltarín para que vaya apisonando la tierra en el encofrado de tableros con golpe liviano, impacto menudo y continuado, pues de nada sirve querer macizar a hostiazo limpio y carga de buey...
 
Ante estas explicaciones, ya me pusieron otra cara; no he encontrado fórmula más sencilla y enciclopédica de resumir la técnica del tapial.

Y añadí lo que me gusta añadir cuando se habla del barro y de casas de tierra: 

En algunos pueblos de León, mientras se hacía un tapial con el borracho, el cojo y el enano, un cuarto llegaba con un caldero de vinagre y un escobajo haciendo un asperges salpicado sobre cada capa apisonada. Salía más consistente.
El ácido del vinagre y la arcilla se alían en un fraguado que petrifica. Y alguno también añadía salpicaduras de sangre de buey, pero eso es liturgia mágica, rito de suerte