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Dilma y Marina de Aguja de marear de Paco Basterra Tweet



Dilma y Marina tienen en sus manos el futuro de uno de los países más dinámicos del mundo, Brasil. La mitad geográfica de Latinoamérica, el 30% de su población y el 40% de su riqueza. El país emergente más occidental de los BRIC, el concepto inventado por el economista británico de Goldman Sachs, Jim O´Neill que hace ocho años señaló a Brasil, Rusia, China e India como los nuevos amos de la economía mundial antes de 2041.


Los paños reposacabezas de los aviones de la línea aérea nacional brasileña, TAM, están rotulados con la leyenda “En 2025 seremos la quinta economía del mundo.” El país del futuro, pronosticado hace 70 años por el escritor Stefan Zweig, es ya hoy una realidad.
Dilma Rousseff y Marina Silva son la Thelma y Louise de la política brasileña. ¿Se acuerdan de la road movie de Ridley Scott, protagonizada por Geena Davies y Susan Sarandon, las heroínas feministas que se defienden de la violencia machista matando a un hombre y huyen en un viejo thunderbird? Pero aquí no va de feminismo ni de violencia, sino de política y poder.

Las dos brasileñas están en la carretera recorriendo el inmenso país, casi un subcontinete, que en dos semanas tendrá un nuevo presidente. Salvo sorpresa mayúscula, será Dilma, que el domingo se quedó a tres puntos de alcanzar el poder, en primera vuelta.

 Las dos mujeres, de fuerte caracter y marcadas por su biografía, son hijas políticas del presidente Lula. Marina fue ministra de Medio Ambiente en uno de sus gobiernos, del que acabó saliendo en protesta por la política de deforestación en la Amazonia. Abandonó el Partido de los Trabajadores para liderar el Partido Verde y consiguió un meritorio y soprendente 19% de los votos, 20 millones de brasileños.

Dilma es la sucesora elegida y modelada por Lula, que hasta ahora ha actuado como su ventrílocuo. Poco se sabe de su programa, de qué quiere hacer con Brasil. Posiblemente esa indefinición, su escaso carisma, la corrupción que le ha salpicado, principal azote del país junto con la desigual distribución de la riqueza, y su ambiguedad ante la despenalización del aborto le impidieron alcanzar la mayoría absoluta el domingo.

Los votos de Marina Santos son en su mayoría arañados al partido de Lula. Dilma, la exguerrillera que fue torturada por la dictadura militar y, recientemente, superó un cáncer linfático, necesita de los votos verdes para llegar al palacio de Planalto. El tercer hombre, en este caso el único, José Serra, el experimentado político socialdemócrata, segundo en discordia en la elección, está perdido si no logra casi al completo los votos verdes. Rondaría el milagro.

Marina Silva, de raza negra, la chica que pescaba y cazaba en la selva, tiene la llave de la elección. Rousseff y Serra  deberán escuchar la voz del Amazonas. Dilma, la Dama de Hierro, tendrá que abandonar la sombra de Lula para convertirse en la primera presidenta de Brasil. El país con la gente más feliz y creativa del mundo (Lula dixit).




Dilma y Marina