En estos días de debate sobre el mundo ciclismo, por enésima vez el dopaje arrasa con todo, voy a escribir una curistoria sobre una gesta ciclista que conocí no hace mucho a través de la radio. Ocurrió en 1956, durante la 39ª edición del Giro de Italia, en la que tomaron parte en su jornada de inauguración 105 ciclistas.
Y allí surgió la leyenda, el corredor Charly Gaul había tomado la salida en aquella etapa a casi 17 minutos del líder en la clasificación general, pero cuando llegó a la meta, el primer clasificado había abandonado la carrera, no soportó el frío y el esfuerzo. Aquel día se quedaron en la carretera, antes de meta, más corredores de los que llegaron: 46 de 89. Gaul ganó la etapa sacando casi 8 minutos al segundo y finalmente acabó ganando el Giro de aquel 1956, gracias a una de las etapas históricas de la historia del ciclismo.
Eso sí, pago un precio por aquella gesta. Cuando llegó a la meta estaba medio desfallecido, semiinconsciente incluso, hubo de salir en brazos, y el frío le había casi congelado una pierna. Otros corredores sufrieron congelaciones en sus manos. Sin duda, un esfuerzo digno de admiración y que no está muy lejos del que hacen actualmente estos deportistas.
El 8 de junio de aquel año se disputaba una etapa mítica, se subía al monte Bondone en una jornada de 242 kilómetros. Las condiciones climatológicas fueron extremas y posiblemente de darse aquella situación en la competición actual se suspendería la etapa. Pero entonces no, aquellos tipos subieron al Bondone enfrentándose a una tormenta de nieve y a temperaturas de 10 grados bajo cero. Este era el último puerto, pero ya se habían subido otros en aquella jornada.
Y allí surgió la leyenda, el corredor Charly Gaul había tomado la salida en aquella etapa a casi 17 minutos del líder en la clasificación general, pero cuando llegó a la meta, el primer clasificado había abandonado la carrera, no soportó el frío y el esfuerzo. Aquel día se quedaron en la carretera, antes de meta, más corredores de los que llegaron: 46 de 89. Gaul ganó la etapa sacando casi 8 minutos al segundo y finalmente acabó ganando el Giro de aquel 1956, gracias a una de las etapas históricas de la historia del ciclismo.
Eso sí, pago un precio por aquella gesta. Cuando llegó a la meta estaba medio desfallecido, semiinconsciente incluso, hubo de salir en brazos, y el frío le había casi congelado una pierna. Otros corredores sufrieron congelaciones en sus manos. Sin duda, un esfuerzo digno de admiración y que no está muy lejos del que hacen actualmente estos deportistas.