Con los ojos como platos debieron quedarse los asistentes a la conferencia del Dr. Marcet en la Sociedad Médica y Quirúrgica de Londres aquel 19 de marzo de 1822.
El Dr. Alexander John Gaspard Marcet presentó a la audiencia el trabajo titulado “Account of a Man who lived ten Years after having swallowed a number of Clasp-Knives; with a Description of the Appearances of the Body after Death” (del que afortunadamente se guarda una copia en la Librería de la Real Sociedad de Medicina) y que relataba el extraordinario caso del marinero John Cummings, un hombre que se esforzó denodadamente por ganar un Premio Darwin casi doscientos años antes de que este premio existiera.
Extracto de la primera página del estudio “El hombre que vivió diez años tras haber tragado numerosas navajas; (…)” 19 de marzo de 1822 | Fuente
John Cummings, nuestro borrachín protagonista, había visto en 1799 a un malabarista francés realizar el truco de tragar cuchillos. Cummings estaba convencido que los cuchillos se desvanecían en la garganta del malabarista en lugar de desaparecer hábilmente en alguna parte de su vestimenta, y ello tal vez porque el truco estaba muy bien hecho, o tal vez por un exceso de credulidad, o (lo más probable) por su estado de embriaguez.
Él se jactó de que podía hacer lo mismo y procedió a tragarse su propia navaja de bolsillo y, “con la ayuda de algo de bebida”, otras tres más de sus asombrados compañeros de mesa.
Según se indica en el trabajo del Dr. Marcet, durante los dos días siguientes expulsó tres de aquellas navajas. De la cuarta nada más se supo y no se apreció en el marinero ningún síntoma de enfermedad.
Y así comenzó una carrera memorable.
Seis años más tarde, bebiendo con otros marineros en Boston, contó su “hazaña” y, por supuesto, no le creyeron, por lo que se dispuso a repetir su “actuación”: esa noche se tragó un pequeño cuchillo y cinco navajas más.
Al día siguiente una multitud curiosa fue a verle, y a lo largo del día se “merendó” otras ocho navajas más, por lo que en total fueron catorce.
Con catorce navajas en la tripa (parecería el estómago de un avestruz) nuestro marinero comenzó a sentirse indispuesto, así que fue ingresado en el Hospital de Charleston.
Tras varios días hospitalizado, muchas piezas fueron expulsadas (aunque no todas). Los síntomas remitieron y John Cummings volvió a embarcarse de nuevo, esta vez en el HMS Isis.
Pero no terminó aquí el insaciable “apetito férreo” de Cummings.
Entre el 4 y el 5 de diciembre de 1805, borracho de nuevo, y para divertir a la tripulación del barco, se tragó no menos de 17 pequeñas navajas y cuchillos.
Dibujo que muestra los fragmentos encontrados en el estómago del marinero tras su muerte, así como los expulsados mientras se encontraba a bordo del HMS Isis (fila inferior) | Fuente
Al día siguiente, el 6 de diciembre, entre enormes dolores y vómitos continuos, se presentó ante el médico de a bordo, el Dr. Benjamin Lara quien, según sus propias anotaciones, le suministró un tratamiento con aceite de ricino, enemas y opio para el dolor. Como los síntomas continuaban, y en un intento de disolver el hierro, le dieron una dosis de 40 gotas de ácido sulfúrico al día.
Durante su estancia en el barco, Cummings vomitó varios mangos de cuchillos y expulsó distintas piezas de hierro. Finalmente fue dado de baja en la nave como no apto y, en un estado muy deteriorado, se presentó en junio de 1807 en el Guy´s Hospital de Londres para recibir tratamiento.
Allí no creyeron su historia en un principio y fue dado de alta. Fue readmitido en agosto y volvieron a tratarle con ácido sulfúrico y opio, pero seguía sufriendo enormes ataques de dolor, vómitos y grandes dificultades para comer.
Finalmente murió en marzo 1809 “en un estado de delgadez extrema”.
La posterior autopsia reveló que en el estómago de John Cummings se encontraban entre treinta y cuarenta fragmentos de madera y metal, que fueron cuidadosamente recogidos, ordenados y catalogados para el museo del Guy´s Hospital.
Al finalizar su conferencia en la Sociedad Médica, el Dr. Marcet mostró a los presentes todos estos objetos en una urna de cristal.
John Cummings había ingerido desde la primera vez en 1799 un total de, al menos, 35 navajas y cuchillos.
Nota: Podéis consultar más detalles de este asombroso caso en el propio trabajo original del Dr. Marcet (aquí en PDF).
Otros libros de consulta sobre esta historia:
“Annals of Philosophy, volumen IV” (Julio a diciembre de 1822) (Página 314 y ss)
“Anomalies and curiosities of medicine” (1956) (Página 444)
“Medico-Chirurgical transactions, Volumen 12” (1823) (Página 52 y ss)