Esta entrada la escribí hace unos días para el blog de El Periscopio, que gira en torno a una colección de libros de viajes/históricos de la que ya les he hablado. La reproduzco aquí como curistoria.
Si de raza le viene al galgo y de un palo únicamente sacaremos tales astillas, no podríamos esperar otra cosa de Chaplin más que su vida de actor. Charles Spencer Chaplin tuvo como padres a una pareja de cantantes y actores de variedades cuyo éxito fue notable durante algunos momentos de sus vidas.
La parte masculina de la pareja, el padre, no era un ejemplo como cabeza de familia. Cuando nació su hijo, el 16 de abril de 1889, a eso de las 8 de la tarde por si hubiera algún lector dispuesto a hacer un estudio astral, la familia no atravesaba momentos dulces ya que la afición al alcohol del padre amargaba la vida de todos. Finalmente, abandonó a Chaplin, a su hermano y a su madre.
Hannah, la matriarca, se echó el mundo a la espalda y argamasó a sus hijos en torno suyo mientras continuaba con su carrera. No eran malos tiempos para su faceta artística y con el seudónimo de Lily Harvey su voz triunfaba en los escenarios. Pero la vida, como vemos, no había sido generosa con ella y quizás por todo lo que había pasado comenzó a perder la voz.
Y llegados a este punto, con el ocaso de una carrera despuntan los primeros rayos de otra, en la misma familia. Unos rayos que cegarían al mundo entero durante años. Como siempre, donde hay un atardecer para unos hay un amanecer para otros. Y el atardecer de Hannah se hizo patente en 1894 cuando en una actuación en Aldershot su voz se quebró. El empresario del espectáculo, viendo la situación, cogió al hijo de la cantante, nuestro Chaplin, y lo sacó al escenario. Este, con únicamente cinco años, imitó la voz de su madre y cantó, simulando también el fallo de voz que había tenido unos momentos antes su progenitora. El público rompió en carcajadas en aquel momento.
Aquel fue el amanecer artístico de Chaplin: Aldershot, 1894. Con sólo cinco años ya convirtió una situación trágica, su madre rota, en comedia. Ya comenzó a hacer reír a los espectadores y, por supuesto, ya saboreó el adictivo abrazo de los aplausos. Curioso ver cómo estos primeros rayos de sol no son muy distintos de los que iluminaron el resto de su carrera.